Si nos atenemos estrictamente a las carreras fílmicas de las dos moles del cine de acción, no es que Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenneger nunca hayan protagonizado films donde las tramas brillen por su profundidad. Lamentablemente, esta es nula en el caso de Escape Plan, donde la historia pergeñada por Miles Chapman y Jason Keller está muy tirada de los pelos y se puede tomar básicamente en dos tramos: la primera parte, donde hay un poco de veracidad en su narrativa, y la segunda, donde el terreno de la parodia y la clase B se hacen presentes desde el guión y se ve reflejado en la divertida y desopilante aventura que viven los personajes.
El libreto a su vez provoca ciertas desigualdades en el rimo narrativo. Toda la introducción de quien interpreta Stallone y la presentación del conflicto que lo lleva a conocer al mafioso de Schwarzenegger tienen un ritmo apurado pero aburre e induce al bostezo. No obstante, cuando los protagónicos se desplegan en pantalla, el festín está servido y generan una disposición muy atrayente para el público, asimilando las meras ambiciones de un equipo técnico dispuesto para el lucimiento de estos dos grandes. De igual modo, cuando la adrenalina deja entrever una comedia de acción, las cartas ya están servidas y el disfrute es una recompensa muy grande. Pero una vez que se analiza la trama, se encuentra una rebosante en huecos narrativos, conflictos sin resolución y ganchos argumentales anulados en detrimento de una balacera infernal en el tercer acto.
Sly apenas si puede hablar, pero a la hora de los bifes cumple y apoyados espalda a espalda con el Governator, se llevan a la película por delante, en especial Arnold, quien se compra totalmente su papel y nos vende un antihéroe alemán que se la pasa haciendo chistes, gritando descabelladamente en su idioma nativo y haciendo gestos a las cámaras muy cómplices, que sacarán mas de una carcajada a la platea fiel. Hace rato que no se veía a Arnie en una película así, tan ligero y pasándola bien, que se le perdonan varias cosas de por medio. La dupla es la baza fundamental dentro del elenco, ya que el villano de Jim Caviezel es un desacierto absoluto -alguien mayor, de la generación de los otros dos, hubiese dado mejores resultados- y el desaprovechamiento de un actor de talla como Sam Neill sólo se lo puede calificar de accionar criminal.
Escape Plan tenía dos grandes nombres para vender explosiones y acción a por docenas, en una vuelta a las raíces de los identikits celuloides de los dos nombres más grandes del género, pero lamentablemente tiene una calidad fílmica demasiado impar, rozando la clase B en más de una oportunidad. Es un vehículo de lucimiento forzoso, bien armado y con varios momentos divertidos, pero el molde le queda chico a la dupla Stallone/Schwarzenneger. Mientras tanto, a esperar el verdadero banquete: The Expendables 3.