Viejitos en fuga
Si existía una dupla actoral que en los ochenta fuera la destinataria de los suspiros y anhelos de los amantes del cine de acción, esta era sin lugar a dudas Stallone y Schwarzenegger. La mera idea de soñar con verlos juntos en la pantalla era un universo de acción, golpes y testosterona al por mayor que emocionaba a los amantes del género, pero por aquel entonces cada uno se ocupaba de cimentar su propia carrera y el sueño tuvo que mantenerse latente por treinta años. Tuvimos un pequeño adelanto con Expendables, pero en nuestro interior la esperanza continuaba latente, de ver a estos dos iconos del cine de acción ochentoso juntos, compartiendo un espacio propio.
El esperado proyecto llegó de la mano de Mikael Hafström (director de films como 1408 o El rito) quien nos brinda un interesante relato de acción con toques de humor inteligentemente dosificados. Stallone interpreta a Ray Breslin, un experto en seguridad carcelaria cuya principal actividad es ingresar a los penales más importantes de Estados Unidos y una vez dentro (y a través de un minucioso estudio de sus puntos débiles funcionales) fugarse para finalmente brindar sus servicios de asesoramiento.
Su nueva misión se trata de ingresar a una de las cárceles de mayor seguridad del país donde se encuentran recluidos los criminales más peligrosos y que se encuentra en un lugar no determinado. Esta prisión cuenta con los máximos adelantos en materia de confinamiento como así también con la cruel y sádica dirección de su aguacil Willard Hobbes (Jim Caviezel en una estereotipada pero convincente actuación) quien le demostrará a Ray que el escape es tan imposible como necesario para su supervivencia. Será entonces tiempo de buscar un cómplice en esta nueva misión y allí aparecerá Emil Rottmayer (Arnold Schwarzenegger), un presidiario que lo ayudará a tratar de emprender la casi imposible tarea de fugarse de ese depósito de indeseables que termina siendo esta cárcel secreta.
Sin falsas pretensiones y sabiendo exactamente al público que va dirigido Escape imposible nos brinda acción, golpes y adrenalina en la proporción exacta que necesitan los amantes del género. Abrazando y respetando cada uno de los elementos fundantes del relato de presidio y dosificándole toques de humor se muestra como un producto que sin lugar a dudas impactará mucho más en aquel espectador que disfrutó a estos dos icónicos personajes del cine de acción de la época de la guerra fría.
En medio de estos dos grandes del cine de acción, que ya poseen una dinámica y química propia frente a la pantalla, se erige un Jim Caviezel (para los amantes de las series es uno de los protagonistas de Person of Interest) en una interesante composición de un obsesivo sádico e inescrupuloso que termina de conformar el trípode en el que se cimenta el relato efectivo y contundente.
Escape imposible es una experiencia cinéfila que condensa y hace justicia a las expectativas de un público que ha esperado anhelante por el encuentro de estos dos astros y que saldrá de las salas con esa hermosa sensación de haber cumplido un sueño que esperó mucho por realizarse. A veces el cine es eso y no es poco.