Para no perder la costumbre
Como si volvieran los 80, Stallone y Schwarzenegger están juntos en una de acción. El tiempo pasa, pero estos tipos no pierden las costumbres.
Sylvester Stallone es Ray Breslin, un experto cuyo trabajo es infiltrarse en prisiones de alta seguridad, y encontrar las fallas que le permitan a los presos escaparse. Así como una especie
de MacGyver con músculos, se las rebusca con adminículos hechos de papel, o de cartón, para evadir complejos sistemas de seguridad.
Un día una misteriosa mujer llega a sus oficinas a proponerle a él y a su equipo una misión complicada, escapar de una cárcel secreta y ultra segura donde están de forma clandestina los prisioneros más peligrosos del mundo. Pero esta propuesta esconde una trampa, y Breslin debe usar su experiencia para huir de un lugar con celdas transparentes, vigilado día y noche por cámaras y guardias despiadados. Para esto contará con la ayuda de un amigable convicto llamado Emil Rottmayer (Arnold Schwarzenegger), juntos formarán una dupla que hará de todo por escapar. Los ahora sexagenarios héroes de acción tienen escenas menos arriesgadas fisicamente, con más humor, apoyadas por buenos efectos especiales y un gran despliegue técnico, donde no faltan las apologías a la justicia por mano propia, y por momentos parece una película que haría feliz a cualquier republicano portador de armas.
Con una vuelta interesante para el final, y una química que funciona muy bien, estos héroes de acción aprendieron a reírse de si mismos y de los cliches ochentosos.