Los Escape Rooms o Salas de Escape son un tipo de juego que se fue popularizando en los últimos años, e incluso ya cuenta con algunos locales en nuestro país, y que consiste en un grupo de personas encerradas en una habitación en la que están plantadas ciertas pistas cuyo correspondiente resolución permite salir del lugar (o pasar a otro con un nuevo desafío) y ganar el juego si es que se logra resolver en un determinado lapso de tiempo. Este formato es el que inspiró a los creadores de la película Escape Room: Sin salida (2019) donde la premisa planteaba qué pasaría si se extreman las condiciones del juego y el premio pasa a ser la supervivencia ya que las consecuencias de perder implican la muerte del jugador como parte del mecanismo.
El éxito de este primer film, que incluso sobrepasó sus expectativas tuvo como resultado esta secuela donde vuelve en su rol de director Adam Robitel (quien también ya dirigió una de las secuelas de otra serie/franquicia con La noche del Demonio: La última llave en 2018) y de los dos protagonistas Zoey (Taylor Russell) y Ben (Logan Miller). Ambos son a su vez los dos únicos sobrevivientes de aquel primer juego mortal y mientras buscan pruebas para incriminar a los miembros del grupo Minos, siniestros emprendedores responsables de armar toda la parafernalia, reclutar (secuestrar) participantes y ofrecer el espectáculo a clientes millonarios, se ven envueltos nuevamente en la misma pesadilla ya que por medio de una especie de emboscada son encerrados en un nuevo entramado de habitaciones trampa junto a otros cuatro desconocidos, compañeros de juego y víctimas potenciales. No tardan en descubrir que todos ellos ya pasaron por la experiencia y son sobrevivientes de anteriores juegos, con lo cual este nuevo desafío se convierte en una suerte de segunda ronda, o torneo de campeones como se traduciría el título original.
La idea de los juegos a muerte ya tiene una larga tradición cinematográfica desde El malvado Zaroff (1932) a las películas de la saga Los juegos del Hambre, pasando por Carrera mortal 2000 (1975) o Carrera contra la muerte (1987). Escape Room se inserta en esta línea y la de películas que plantean la idea de una situación de encierro con trampas de la cual escapar como El cubo (1997) o El hoyo (2019). Y también debe un poco a las premisas de hits del terror más gráfico como El juego del miedo (personajes atrapados en un juego sádico y mortal del que deben salir si siguen determinadas reglas o perecer en el intento) y Hostel (entretenimiento clandestino para millonarios morbosos que se divierten con el sufrimiento ajeno), aunque sin las dosis de tortura y gore puro y duro ya que si bien las muertes forman parte, la gracia del asunto está en la forma en que opera el dispositivo.
El relato se estructura en función de los niveles que algunos jugadores pasan mientras otros quedan en el camino y parte de la intriga está en saber quién sobrevivirá pero además, y sobre todo, quienes no van a pasar al siguiente cuarto y las maneras más o menos ingeniosas de morir que les tienen reservadas, aunque los personajes están construidos de manera tan simple que a uno no le interesa mucho lo que les pueda pasar, aun si a un par de ellos ya los conoce desde antes. Para salvarse estos tienen que descifrar pistas y adivinar acertijos que les esconden o ponen frente a sus narices, en algunos casos tan rebuscadas que los mismos personajes tienen que verbalizar todo el tiempo lo que están haciendo para que el espectador entienda lo que está pasando. De esta manera, posiblemente lo más atractivo y creativo termine siendo el diseño y estética de los diferentes cuartos más que lo que está pasando adentro. Escape Room 2: Reto mortal es una experiencia tan poco interesante como mirar jugar a otro en los fichines (perdón por el viejazo) o en un videojuego, aunque también sabemos que hay gente que efectivamente pasa el rato de esta manera.
ESCAPE ROOM: RETO MORTAL
Dirección: Adam Robitel. Intérpretes: Taylor Russell, Logan Miller, Indya Moore, Isabelle Fuhrman, Holland Roden, Thomas Cocquerel, Carlito Olivero, James Frain: Maria Melnik, Daniel Tuch, Will Honley. Historia: Fritz Böhm, Will Honley, Christine Lavaf. Sobre personajes creados por Bragi F. Schut. Fotografía: Marc Spicer. Música: John Carey, Brian Tyler. Edición: Steve Mirkovich, Peter Pav. Diseño de Producción: Edward Thomas. Producción: Neal H. Moritz. Producción Ejecutiva: Karina Rahardja, Adam Robitel, Philip Waley. Duración: 88 minutos.