Con las salas de escape de moda, la película de Hollywood -con el mismo nombre en el original- no tardaría en llegar. Se trata de un thriller psicológico que pone en jaque los peligros que este nuevo lúdico entretenimiento puede traer consigo.
Seis personas frustradas por diferentes motivos en sus vidas personales son invitados a jugar un curioso juego: se encierran en una habitación temática símil real y deben encontrar pistas y descifrar acertijos para poder salir y así, pasar de nivel o ganar el juego. Claro que, los que pierden son descalificados mientras que en el film corren peligro de muerte.
¿Qué pasa si una sala de estas es diseñada por un psicópata que decide asesinar participantes? La premisa no es original y hay una larga lista de films que recuperan la fusión de juego virtual y realidad. Lo cierto es que con sus vueltas de tuerca y argumentos Escape Room: Sin Salida (Escape Room, 2019) parece mencionar a todas implícitamente.
Avanzada la trama nos enteramos que los “encerrados” son sobrevivientes de distintas catástrofes y la cosa se convierte en un experimento psicológico. Incluso las pistas están relacionadas con sus traumas personales. Se cruzan también las diferencias sociales, aparece el instinto egoísta de quien traiciona al resto, y varios lugares comunes más que ya vimos en otros films.
En fin, Escape Room: Sin Salida está bien contada, mantiene al espectador atento en toda su duración y, lo más importante, abre un abanico temático inexplorado que puede dar mucha tela para cortar. Una nueva saga de terror juvenil se pone en marcha.