Escape Room es una película con la que el estudio Sony pretende establecer una nueva franquicia dentro del cine de terror.
A diferencia de lo que vendieron los trailers, donde parecía que se trataba de un burdo robo de la saga SAW, el film se encaró más por el terreno del thriller psicológico que el slasher sangriento.
La verdad que la historia no está mal y podía haber resultado una propuesta superior si los productores no estuvieran obsesionados por construir una franquicia.
El problema con este film es que sus realizadores dan por sentado que los espectadores van amar este relato y pedirán desesperados su continuación.
Por supuesto después sucede lo contrario.
En lugar de preocuparse por presentar la historia con una película decente lo que hicieron es construir un gran teaser para futuras entregas y el final es tan malo y trillado que no transmite ningún entusiasmo.
Hasta el acto final donde se revela el misterio principal del conflicto el film consigue ser entretenido y cuenta con algunos méritos.
Para tratarse de un proyecto realizado con apenas nueve millones de dólares, todo el diseño de producción que tienen las habitaciones macabras es excelente y el director Adam Robitel hizo un buen trabajo al crear situaciones claustrofóbicas en esos escenarios.
Escape Room además cuenta con un buen reparto de actores donde sobresalen especialmente Taylor Russell ( de la serie Perdidos en el espacio), Logan Miller (I love Simon) y Debora Ann Woll, quien aparece en un rol muy diferente a lo que hizo en la serie Daredevil como Karen Page.
Lamentablemente el atractivo de la película se desinfla en la parte final, cuando el director comienza a cerrar la historia.
De todos modos no es una producción malísima que se haga odiar.
Dentro del género se estrenan cosas peores todos los meses y los seguidores de este tipo de cine lo saben.
En Estados Unidos le fue muy bien comercialmente por lo que no sería raro que se estrene la continuación en un futuro cercano.