A alguien se le ocurrió mezclar la premisa de la franquicia Saw (El juego del miedo) con la moda de los “Escape Rooms” (cuartos para escaparse), que pululan alrededor del mundo, y que en Argentina también hay.
El resultado no es bueno.
La película tiene un par de secuencias bien construidas, pero nada más. Luego es un cliché detrás de otro cliché.
Primero y principal, los personajes están demasiado estereotipados, y salvo por Deborah Ann Woll (True Blood, Daredevil) es imposible creerles.
No solo eso, sino que los odiás un poco y querés que les suceda lo peor.
Al film le cuesta mucho arrancar y una vez que entrás en sintonía, se va por las ramas tratando explicar por demás la historia de cada uno.
El director Adam Robitel, quien viene de hacer la última Insidious (la peor de la saga), no logra mantener la tensión ni generar expectativa en el espectador por más de un par de minutos.
El climax puede llegar a ser un poco interesante si es que llega a haber una secuela, si eso no sucede se convertirá en inviable.
Escape Room entretiene, pero solo un poco. No llega a ser ni lo suficientemente aterradora, ni lo suficientemente gore, ni ridícula, ni seria.