Teniendo más malas que buenas, Escape Room ya piensa en volverse franquicia antes de completar una primera entrega solida.
En los últimos tiempos las películas de terror han optado por volcarse de manera preponderante hacía temáticas que tienden más a incomodar al espectador que a asustarlos. Al mismo tiempo, y de la mano de franquicias como El Juego del Miedo (2004-2018), toda película que venga de este palo busca más permanecer en el tiempo y establecerse como franquicia y hacer pie dentro de la cultura pop, antes que hacer efectivo su propósito principal. Claro que siempre va a causar más impacto en el público cuando desde las oficinas que manejan el marketing, una película que llegue con el rotulo de “terrorífica”, “espeluznante” y demás adjetivos calificativos sumamente exagerados.
En esta linea actual de thrillers psicológicos, suspenso y demás llega Escape Room, un film dirigido por Adam Robitel (Insidious: The Last Key) que tiene la premisa de tomar la esencia de esta nueva moda de encerrar a un grupo determinado de personas en una sala y que este grupo consiga salir de dicho lugar utilizando su ingenio, y junto con elementos de suspenso psicológico, crear un espacio que incomode al espectador. Estos jugadores que entre sí no tienen ningún tipo de vinculo y llegan de diferentes formas, está compuesto por Danny (Nik Dodani), Mike, (Tyler Labine), Amanda (Deborah Ann Woll), Jason (Jay Ellis), Ben (Logan Miller) y Zoey (Taylor Russell). Ellos deberán conocerse, limar sus asperezas, luchar con los fantasmas de su pasado y convertirse en un equipo lo suficientemente apto como para sobrevivir al escape room más grande y peligroso que jamás se había visto antes.
Teniendo en cuenta todo lo dicho en el comienzo, hay que empezar por aclarar que esta película no es de terror. Si bien los posters, trailers y demás están enfocados para transmitir la sensación de que sí lo es, la película no asusta en ningún momento. Aclarado esto, la peli tiene muchos puntos a favor y otros tantos en contra. Del lado positivo de la balanza, se puede destacar la original premisa y las ganas de transformar una situación totalmente amena en otra donde abunda la desesperación y las ganas de resolver todas las situaciones que se presentan. Al mismo tiempo, tiene un gran desarrollo de producción donde los escenarios elegidos están muy bien logrados y cumplen su propósito sin lugar a dudas.
En el lado negativo, Escape Room cuenta con fallas a nivel de guion que hacen que todo lo bueno que podía parecer la primera parte de la película se vaya directo al tacho. Entrando en el desarrollo del segundo acto, las decisiones de los personajes empiezan a ser estúpidas, sin ningún tipo de razón y por sobre todo, sin ningún fin productivo. Las ganas de querer establecer esta franquicia desde el vamos, hace que se introduzcan elementos para desarrollar en un futuro, pero los tiempos parecen acelerados y todo lo que se ve desde el principio termina siendo casi que absurdo. La película toma caminos muy peligrosos si no son resueltos de manera correcta, e inevitablemente aquí son tomados erróneamente.
Las actuaciones si bien no tienen un punto demasiado destacable, todos cumplen con su labor. Quizás los que más importancia toman, son los papeles de Logan Miller y Taylor Russell que solo por tener más minutos en cámara y por tener una historia complementaría un poco más importante que los demás, terminan logrando una empatía mínima con el espectador.
Escape Room termina consolidando una mediocre performance que pudo haberse resuelto de una manera mucho más digna, si en lugar de pensar a futuro en forma de franquicia y querer establecerla desde el minuto uno, hubiera aprovechado la oportunidad para hacer una gran película.