Escape Room: Ratas de laboratorio.
Este jueves 7 de Febrero llega a las salas “Escape Room (2019)”, una nueva propuesta de terror con reminiscencias a otras películas del género que se volvieron populares en los últimos años y que tienen fans a lo largo del mundo. Quizá esa sea la clave de cara a las nuevas producciones del cine de horror.
Adam Robitel, conocido por películas como “La posesión de Deborah Logan (The Taking of Deborah Logan, 2014)” y “La noche del demonio: La última llave (Insidious: The Last Key, 2018)”, es sin duda un director de cine de subgéneros. Con dichas producciones ha demostrado que lo sobrenatural y las posesiones demoníacas son su fuerte. En cambio, con “Escape Room (2019)” Robitel vira hacia lo más realista recurriendo a una temática ya explotada. Pura psicología experimental: las distintas reacciones de un grupo de personas en una misma habitación desesperadas por sobrevivir. Inevitable pensar en “El juego del miedo (Saw, 2004)”, “El cubo (Cube, 1997) o “La casa en la montaña embrujada (House on Haunted Hill, 1999)”.
Seis personas desconocidas entre si reciben una extraña invitación para participar en un juego de escape. El ganador se llevará un millón de dólares. Una propuesta atractiva, en principio. Al llegar al lugar, el maestro del juego nunca se presenta y los jugadores tendrán que arreglárselas solos. Los hechos se van precipitando. Las reglas se vuelven cada vez más retorcidas y las condiciones en las que se encuentran estas personas ponen en riesgo su vida. Así van pasando de una habitación a otra, cada una con un objetivo diferente.
Si no fuera porque “Escape Room” es una réplica exacta de la ya mencionada “El juego del miedo”, sería una película más interesante, aunque –hay que admitirlo- cuenta con un ritmo y recursos narrativos muy buenos, no aburre en ningún momento, es vertiginosa y tiene dos puntos de giro significativos. Y si de copia seguimos hablando, habrá seguramente algunos puristas que la relacionen con “Destino Final (Final Destination, 2000)”.
Un punto a destacar en el guión: cuando creemos que estamos en presencia de algo totalmente predecible, la película se encarga de destrozar dicho pensamiento. Este aspecto resulta efectivo en este tipo de películas, en las que – por más que presente un argumento visto reiteradas veces – la adrenalina y la imprevisibilidad tienen que ser la clave. El gore de “El juego del miedo” no se hace presente nunca, sin embargo la tensión y el suspenso inundan la pantalla desde el minuto uno.