Fanatismos de ambos bandos
Este joven director venezolano radicado en los Estados Unidos construyó un tenso thriller que trabaja (con elementos ficcionales pero sobre indicios surgidos de las investigaciones reales) sobre la hipótesis de un tercer atentado que debía producirse en Buenos Aires poco después de la voladura de la sede de la AMIA en 1994.
El film está narrado desde los puntos de vista opuestos de Ahmed (Mohammed Al Khaldi), un fundamentalista libanés que vive de incógnito en Venezuela -donde llega a formar una familia- a la espera de instrucciones para un atentado suicida; y de David (Vando Villamil), un agente del Mossad que sigue las distintas pistas para desentrañar la compleja madeja de intereses.
Concebida con indudable oficio y con un sólido acabado técnico, pero con algunos lugares comunes y estereotipos a la hora de describir el fanatismo religioso (de ambos lados), Esclavo de Dios se constituyó en una verdadera rareza dentro de la Competencia Latinoamericana del reciente Festival de Mar del Plata. Pocos días más tarde, llega el momento de su estreno comercial en una decena de salas. Una película para debatir…