Bueno, es así: hay un terrorista islámico y agente israelí en una especie de juego de gato y ratón, y el trasfondo es el atentado a la Amia. El film es una coproducción aunque en su mayoría es venezolano y generó reacciones y polémicas en su país. Pues bien: dejemos de lado que la ficción tiene razones que la razón no entiende, que se inspire en un hecho real (¿o vamos a protestar por una obra maestra como El Ciudadano a esta altura?) y todo lo que es ajeno a lo cinematográfico. En ese aspecto, nos encontramos con un episodio de serie de televisión, con un film clase B mediocre, como mucvho, con poco para ver y, sobre todo, con una parábola ramplona. La idea de “las dos caras de la moneda” puede ser válida siempre y cuando se desarrolle con sutileza, casi subterráneamente. Aquí es todo directo, de tal modo que el espectador no deba sacar ninguna conclusión de nada porque el film se las provee. Tema aparte, lo que hace de un film algo memorable no es su apego a la realidad sino su forma, que tiende a lo eterno. No es el caso, por supuesto.