Muchas comedia y poco romance
A veces los títulos que reciben las películas extranjeras en su traducción al español es desafortunado. Es el caso de ésta, cuyo título original es “La reescritura”, el cual le sienta a la perfección -como debe ser- a su historia. No hay que dejarse engañar entonces por su sospechoso aspecto de Rom-Com melosa porque dista bastante de las pobres propuestas que agobian al género.
Estamos ante otro caso de obra autorreferencial, una tendencia que se viene imponiendo en Hollywood, y que todavía sigue siendo bienvenida. La industria, como el protagonista de esta película, se encuentra enfrentando una gran crisis existencial, luego de su gran época de gloria. Ante la amenaza de ser reemplazada por nuevos medios y frente a su necesidad de reinventarse y redefinir permanentemente su relación con la tecnología, echa mano al recurso de la meta-ficción para contar sus historias en este contexto.
Keith Michaels (Hugh Grant) es un afamado guionista de Hollywood en decadencia, que decide tomar un trabajo como profesor en una prestigiosa universidad del país. Su estatus y costumbres se ven bastante alterados cuando debe adaptarse a la vida en un pequeño pueblo y convivir con catedráticos y alumnado. Su costado misógino se pone de manifiesto casi de inmediato, creando un ambiente de tensión laboral que le causará unos cuantos problemas y como si fuera poco, su vida personal venida a menos comienza a pasarle factura.
Si bien es una película con una estructura bastante clásica y una historia llena de lugares comunes, los aborda desde la sátira inteligente y compensa con bastante altura, continuas situaciones cómicas y guiños al espectador. Además de personajes bien compuestos que se balancean entre ellos con asombrosa gracia a lo largo del film, especialmente teniendo en cuenta la cantidad de secundarios y su relevancia en la historia.
Marisa Tomei destaca en el papel de una co-protagonista no tan común, que desafía varios estereotipos hollywoodenses. Pero como no podía ser de otra manera, será ella quien aporte la madurez que le falta a su contraparte. El elenco se termina de completar con J.K. Simmons (nuevamente en el papel de un profesor, pero inversamente proporcional al obcecado de Whiplash), la magnífica Allison Janney, quien por el contrario nos tiene acostumbrados a roles desopilantes y sorprende con un personaje de implacable seriedad, y el siempre efectivo Chris Elliott haciendo lo que mejor (y probablemente lo único que) sabe hacer. Los alumnos darán la nota joven y fresca entre tanto veterano consagrado, formando un “dream team” que no resulta ser todo lo que parece y ofrece buenas situaciones.
Una comedia ligera y sin pretensiones, pero muy eficiente y bien escrita. Con pocos momentos flojos y muchos aciertos, es ideal para ir a ver en compañía de amigos o pareja y pasar un buen rato.