Estoy muy a favor de los géneros y de las fórmulas. Cuando una película cumple rigurosamente las estructuras preestablecidas y aún así es capaz de darnos alguna magia, sorprendernos aunque sepamos qué va a pasar, emocionarnos con el beso final que sabíamos que iba a llegar, siento una felicidad extrema. Y las comedias románticas son los mejores exponentes de esto.
Marc Lawrence es un especialista y en este caso la historia tiene el extra de que su protagonista es un escritor de guiones, lo que le da a todo un tono meta que siempre es bienvenido. Y están Hugh Grant y Marisa Tomei, y en los papeles secundarios están J.K. Simmons, Allison Janney y Chis Elliott. ¿Qué puede salir mal? Bueno, todo puede salir mal.
Escribiendo de amor cuenta la historia de Keith Michaels (Grant), un guionista que tuvo un éxito en su carrera (ganó un Oscar) pero después sólo cosechó fracasos y ahora ya no consigue trabajo y está por quedarse sin plata. Su agente le consigue un trabajo como profesor de guión en una universidad de medio pelo y hacia ahí va este hombre cínico, resentido, misógino y misántropo.
Ya habrán adivinado la fórmula: no será Keith quien les enseñe a sus alumnos, sino sus alumnos quienes le enseñarán a Keith cosas sobre la vida, lo suavizarán y lo harán recuperar los lazos con su hijo, a quien ya no ve. Y en el camino, se enamorará de una de sus alumnas, una madre soltera (Tomei) optimista.
Pero esto en realidad no es lo que ocurre. Probablemente esa haya sido la idea de Lawrence (que también escribió el guión), pero ni Grant nos logra transmitir su misantropía (a la manera de un Jack Nicholson en Mejor imposible, extraordinaria comedia romántica también protagonizada por un escritor), ni vemos con nitidez el motivo de su conversión, ni Marisa Tomei nos enamora ni, en rigor, enamora a Grant (nunca hay un beso, ¡nunca se dan un beso!), ni los personajes secundarios tienen un interés mayor que el que tienen en la teoría, como ideas platónicas. J.K. Simmons es un tipo que siempre despotrica contra su familia de mujeres pero en el fondo es un tierno que las ama, pero esto no está contado sino que está dicho en una escena, está explicado.
No hay en Escribiendo de amor nada más que la simpatía de Hugh Grant y algunos one liners divertidos, pero se nota que está haciendo lo suyo de taquito. Distinto es el caso de Marisa Tomei, que directamente está trabajando a reglamento. Para colmo, en uno de los momentos en que la película se mete con el negocio del cine, el personaje de Grant se lamenta que le ofrecieron escribir el guión de Piraña 3D. Sepa, señor Marc Lawrence, que Piraña 3D es mejor que cualquier película suya.