Con vocación de comunicarse
Escuela de sordos (2013) es un documental que sigue de cerca la ardua pero satisfactoria labor de una maestra llamada Alejandra, que enseña a chicos sordos. Por otro lado se nos presenta la dificultad de la comunicación de una forma muy particular, quizás lo mejor del film.
Ella habla un lenguaje y ellos otros. Ella es Alejandra, maestra enérgica y paciente, pedagógicamente hablando, que se dedica a enseñar a leer y escribir a chicos que no pueden escuchar. Ellos hablan otro idioma, el de las señas, el LSA (Lenguaje de Señas de Argentina). Entre ellos se entienden, dialogan y se ríen. Ella debe enseñarles desde sus códigos pero con su pedagogía.
Lo más interesante del documental de Ada Frontini es el tercer factor en esta cadena de comunicación: el espectador. La película es “hablada” en lenguaje de señas prácticamente en su totalidad y subtitulada para el espectador, que es el incomunicado en cuestión, vivenciando la habitual percepción cinematográfica de un sordomudo.
Por su parte el film sigue las formas de un documental de observación, mostrando el trabajo diario de la incansable docente y, justo cuando parece adentrarse en su persona, abre el abanico comunicacional con sus aprendices, estableciendo el juego de lenguajes con el espectador.
Escuela de sordos propone una interesante idea que se va diluyendo en el transcurso del metraje con la reiteración de escenas, que hubiesen tenido un sentido más compacto en una película de menor duración.