El documental de Ada Frontini muestra la vida cotidiana de una escuela de sordos en Bell Ville (Córdoba), de la mano de Alejandra, una de las maestras de la institución.
Una lección de Lenguaje de Señas
Alejandra es una maestra muy apasionada por lo que hace y muy preocupada por la inclusión de sus alumnos. Observamos cómo enseña a leer y escribir a un alumno, a uno más pequeño le relata una historia con imágenes y a otro le enseña a mandar un mensaje de texto con su nuevo celular. También la vemos conversar con Juan, un amigo sordo sobre el lenguaje de señas y la conveniencia o no de realizar implantes cocleares a los niños, etc. Además de las clases, Alejandra organiza asados con los alumnos, festejan sus cumpleaños bajo los árboles cordobeses. Se generan vínculos muy profundos y conmovedores, Alejandra los ayuda hasta en la inserción laboral.
Una maestra por la inclusión
Al principio cuesta mucho acostumbrarse al lenguaje de señas, hay que ejercitar la paciencia, pero de eso se trata la película, de meternos en este mundo y comprenderlo. Incluso hay momentos en los que no hay subtítulos, y no son necesarios, me parece un gran acierto de la directora. No obstante, me hubiera gustado ver más de la escuela en sí, el título me hizo suponer que se trataba más de la institución, pero se trata más que nada de Alejandra, la maestra. Es un ejercicio interesante ver Escuela de sordos porque de repente a nosotros nos faltan elementos para entender los diálogos y dependemos enteramente de los subtítulos y el lenguaje corporal de los protagonistas. La fotografía es preciosa, la cámara se planta paciente a encontrar momentos, se puede percibir el ojo fotógrafo de Ada Frontini. El problema para mí está en que es una película básicamente de diálogos y pocas acciones, y me cansó un poco, y la segunda parte se me hizo un poco monótona.
Conclusión
Escuela de sordos es una propuesta con elementos rescatables y valiosos, pero por momentos se vuelve un poco monótona. La idea es muy interesante, se nota que busca la inclusión de la comunidad sorda, mediante nuestra comprensión. Es un ejercicio para nuestra paciencia, para detenerse y escuchar al otro. Parte de una idea muy buena, pero se estanca en algunas situaciones.