Testimonio de un modelo a imitar
Surgida de la Escuela Spilimbergo de Artes Aplicadas, y el Departamento de Cine de la Universidad Nacional de Córdoba, discípula de José María Hermo, Ada Frontini viene trabajando desde hace ya varios años como colorista, camarógrafa, directora de fotografía. Puntal de equipo de variadas experiencias, ha rodado en Formosa, su provincia (la primera comedia de Néstor Montalbano, los policiales de Ezio Massa y Atilio Perin), las Malvinas (el relevante "Locos de la bandera", de Julio Cardoso), y se ha lucido particularmente en los documentales de Matilde Michanié "Licencia número 1", sobre la Tigresa Acuña en sus variadas luchas, y "Judíos por elección".
Ahora eligió hacer con tranquila sencillez su primera película, dedicada al particular trabajo de una amiga y compañera de la secundaria. Para dejar de quejarnos por nimiedades, esta película es lo que se llama un documental de observación, el registro a cámara tranquila de una maestra en actividad, además especializada en algo muy difícil: ella es maestra de sordos y sordomudos.
Así vemos su paciente diálogo con cada chico, el modo en que le enseña a cada uno según su edad y capacidad, las salidas al aire libre, el seguimiento a los mayores que quieren estudiar alguna carrera o conseguir trabajo, los traslados en un viejo autito por el campo cuando el chico está más lejos, las entusiastas charlas a pura seña con un docente de mayor nivel, que la ayuda a perfeccionarse (escenas subtituladas, por supuesto).
Así, viéndolos conversar animadamente con las manos, aprendemos sobre la conveniencia o no de los implantes cocleares, los alcances fonéticos de quien se empeña, y también ciertos detalles de la Lengua de Señas Argentina, LSA, que ya lleva más de un siglo y hasta tiene sus variaciones y "tonadas" de acuerdo a cada provincia, amén de sus continuas actualizaciones, como toda lengua. Si observamos atentamente, capaz que hasta aprendemos a decir alguna mala palabra, que también las dicen. Pero hay que estar atento. Eso permite comprender que el sordo no es tonto, sólo tiene que desarrollar una forma de comunicación para no quedarse ensimismado, como le pasaría a cualquier persona en circunstancias parecidas.
Película pequeña, agradable y además muy necesaria, rodada en Bell Ville, vale la pena conocerla, y conocer el esfuerzo de esa maestra y tantas otras como ella. Su nombre es Alejandra Agüero, su guía es Juan Druetta, reconocido entre los principales docentes argentinos en la materia y desconocido por el resto del magisterio, la escuelita fue creada por ella misma junto a un grupo de padres, y, según ha trascendido, ya va para 25 años que espera el necesario reconocimiento oficial. Como en todo, hay gente sorda y otra que se hace la sorda. Conviene escuchar lo que nos dicen Agüero y Frontini.