En estas horas, y luego de cierto recorrido festivalero (recuerdo una mención en Berlín, pero se que hay más, estuvo en Londres, Chile, BAFICI; Río de Janeiro), llega a salas, el documental de Celina Murga, “Escuela Normal”. A qué institución educativa se refiere la cineasta? Nada menos que al legendario establecimiento en la ciudad de Paraná, cuna de gran parte de la tradición normalista argentina. Todos sabemos de la importancia de esa institución (clave en la historia de la educación nacional), pero Murga elige mirar esta escuela con una cámara curiosa y centra su registro en la vida escolar de alumnos y profesores.
Debo confesar que soy fan de Murga, desde "Una semana solos", film que me parece de los mejores locales de la útima década y que prácticamente pasó desapercibido para el gran público. Esta directora tiene una especial sensibilidad para acercarse al mundo de los niños y los adolescentes, por eso es que va a enfocar su lente de una manera singular a la hora de retratar la vida de un grupo de chicos, a lo largo de un año escolar.
La cámara sigue a algunos personajes (alumnos, preceptores, auxiliares, rectora), por los largos pasillos del enorme edificio. Visitamos salones, presenciamos escenas de discusiones con docentes, vemos como se da la dinámica institucional y también, como se construye un proceso electoral dentro de dicha escuela (a través del voto para elegir a los que llevarán adelante el centro de estudiantes).
Lo que al principio parece anodino, con el correr de los minutos, cobra interés, a la hora de presenciar algunos debates de las facciones rivales en vísperas de la elección y ver como se desenvuelve la interna, que impresiona por el detalle con que es registrada por Murga.
O sea que podemos ubicarlo dentro de la línea de films de claustros educativos, porque ahí encaja perfecto. Si no les interesa la vida adolescente y sus inquietudes dentro de una escuela tan particular, quizás este documental no sea para ustedes: hay también muchas escenas de la cotidianeidad que no revisten mucho interés y tal vez ese sea punto débil. Se siente que la cineasta descubrió una historia rica en ese proceso eleccionario, pero hace contraste con otros elementos que también registra y dota de relieve, que no son tan atractivos y hacen que "Escuela Normal" no sea tan redonda como sus dos opus anteriores.
Más allá de eso, Celina Murga es una de las más talentosas directoras nacionales y esperamos ansiosos su nueva ficción, "La tercera orilla", escrita nada menos que por Gabriel Medina. Como aperitivo "Escuela Normal" sirve para tenerla presente y eso, desde ya, amerita su visión.