La escuela era un mundo
El documental de Celina Murga, Escuela Normal, se adentra en los pasillos y aulas de un colegio de Entre Ríos, mostrando las interacciones entre alumnos, profesores y directivos, narrando los avatares de la elección del centro de estudiantes, las problemáticas diarias del edificio, las rutinas inquebrantables, los ritos instaurados, los debates a corto y largo plazo.
Lo que consigue la directora, antes que nada, es un film muy entretenido y llevadero, especialmente porque hace aquello que parece muy difícil en el género: narrar (a veces pasa en los documentales que se convierten en grandes narraciones, este es el caso).
A partir de la mirada que aporta Murga en Escuela Normal, no sólo se logra ese saber contar que lo hace tan fluido, sino que además surgen personajes estupendos como el de la rectora, que se convierte en una máquina que no para y hace cincuenta mil cosas a la vez: por ejemplo la escena donde va interrogando a diferentes chicos para averiguar quién tiró unas bombitas de agua es hilarante.
Hay que remarcar que sin ser una maravilla, este documental resulta un atractivo esbozo de lo que podría ser una temática, un espacio memorable a analizar, pensar y disfrutar, como es el de la escuela secundaria. Y además logra lo más importante y a la vez difícil: introduce el cine en un lugar tan cotidiano como inasible de nuestras vidas.
NdR: Esta crítica es una extensión de la ya publicada durante el BAFICI.