Parecería que Alejandro Vagnenkos posee una capacidad adivinatoria, su película llega en un momento único en el que aún se discute el destino de la educación en un país que cada vez más produce y reproduce viejos modelos. El civilización o barbarie en un modelo de enseñanza que rechaza al otro por diferente, y que impide ver la verdadera riqueza de en la amalgama encontrar la identidad y desde allí acompañar el proceso educativo con otra impronta.
La pedagogía al paso Para la comunidad Mapuche retratada en este interesante documental, del director Alejandro Vagnenkos, el destino era un hecho y no una palabra para ser aprendida y aprehendida. Y para Pedro, docente de vocación que a principio de los 80 intentó modificar una realidad adversa para pobladores que no tenían acceso a la escuela y mucho menos a la enseñanza de algún conocimiento, la palabra destino se impregnó de desafios y también de volver a aprender. Así, la comunidad y el cuerpo docente, siempre a espaldas de una provincia cuyo estado está ausente, marcaron el camino para hacer realidad un proyecto educativo con alto impacto en la comunidad, que logró objetivos concretos en varios de aquellos chicos que no sólo aprendieron la lectoescritura, sino que se profesionalizaron para seguir el legado de Pedro. En esa pequeña historia se concentran sueños, cosmovisiones diferentes y mucha realidad que no se conoce en el discurso mediático a la hora de pensar en la escuela pública. Escuela trashumante rescata por un lado la vocación docente pero por otro la complejidad de acotar las distancias entre los saberes y las necesidades de una comunidad. Un ciclo lectivo no tiene correlato ni sentido cuando la geografía y la topografía dicen lo contrario y entonces la precariedad en la que se educa se encuentra en el ojo de tormenta, más allá de la pugna de derechos entre docentes y miembros de la comunidad mapuche que apuestan a la escuela como único puente de conexión con el mundo y el futuro de sus hijos. La cámara escudriña en la enseñanza y en esa agridulce sensación de tarea incumplida, se adueña por momentos de la genuina frustración de una directora, Alejandra Martínez, que deja una carta de despedida tan contundente que cualquiera entiende lo lejos que se está de todo. Sin embargo, cuando la pedagogía baja al llano y encuentra en la apuesta al conocimiento un resquicio contra toda la galería de prejuicios, estigmas e ignorancia ilustrada, la esperanza del cambio ya no es una utopía, sino una palabra que necesita ser transmitida de generación en generación para ser aprendida de nuevo y aprehendida por muchos años, ya sea en una escuela como la de este documental o en cualquier otra.
Un muy valioso documental observacional sobre un particular proyecto educativo. La escuela primaria de Huncal ostenta el que debe ser el récord más triste de la educación nacional al haber estado más de 70 años sin un solo egresado. Sucede que la población de esa pequeña localidad neuquina tiene como principal sustento la cría de chivas y ovejas, y los ciclos de pastoreo de estos animales la obligan a ejercer la trashumancia, es decir, a vivir una parte del año allí y otra en la localidad de Cajón Chico, a 70 kilómetros. Fundada en 1911, la escuela abría sus puertas apenas un par de meses durante décadas, debido a que el resto del año no había alumnos. Hasta que en 1984 llegaron Orlando “Nano” Balbo, Pedro Vanrell y Alejandra Martínez e impulsaron una dinámica educativa adaptada a las necesidades de la población: desdoblaron la escuela en dos sedes (una en Huncal y otra en Cajón Chico) y modificaron el calendario académico para que los periodos lectivos coincidieran con las necesidades de los animales. Así, hay un receso en septiembre por “parición” y otro en diciembre por “trashumancia”, entre otras particularidades. El director Alejandro Vagnenkos (Jevel Katz y sus paisanos) viajó hasta esa región patagónica durante cuatro temporadas con el objetivo de explorar la dinámica de este particular proyecto, que con los años también supo convertirse en uno de los puntos nodales de la vida cívica de la comunidad. Escuela trashumante es una crónica que abarca todo un ciclo lectivo, centrándose tanto en la cuestión académica como en la interacción entre el cuerpo docente y los pobladores, dos sectores que muchas veces tienen intereses contrapuestos. Vagnenkos observa con atención qué sucede a su alrededor poniendo su cámara al servicio de las distintas circunstancias. Clásico documental observacional, aunque con algunos punteos musicales que le quitan cierta potencia al relato, Escuela trashumante muestra sus pliegues temáticos con paciencia y sin subrayados hasta convertirse en una reflexión sobre el diálogo y las formas de comunicación. Es también un interesante aporte a un tema que hoy está en el centro del debate público como la educación.
La otra escuela La educación es un tema siempre presente en la cotidianeidad. Escuela Trashumante (2017) pone el foco en cómo unos docentes exiliados se propusieron adaptar el calendario y los métodos a las necesidades de la comunidad y no a la inversa. El año pasado, el diario La Nación recogió la historia que una maestra compartió en su blog donde relataba cómo una niña se presentó a dar examen para pasar de curso y manifestó “no saber nada”. La docente comenzó a indagar a la alumna hasta que dio en el clavo y adaptó la evaluación a los conocimientos prácticos que poseía sobre el cultivo de frutillas. La niña aprobó y pasó de año. Alejandro Vagnenkos (Jevel Katz y sus paisanos, 2005) registra un año escolar en la Escuela N° 6 de Huncal en Neuquén. Allí, dos maestros exiliados de la dictadura emprendieron la misión de hacerse cargo de una escuela que con 70 años de historia no había visto egresar a ningún alumno. Y esto se debía principalmente a la actividad económica que desarrollaban los habitantes de la comunidad mapuche Millain Currical: la cría de cabras y ovejas. El principal desafío fue el de acomodar el calendario escolar para disminuir la tasa de inasistencia. El resultado fue positivo pero el trabajo continúa. Vagnenkos realiza una labor minuciosa entrevistando a los protagonistas y registrando todo un año lectivo. A diferencia del excelente Los sentidos (2016), de Marcelo Burd, donde la atención se centraba en un matrimonio de docentes en su actividad cotidiana, Escuela Trashumante revela la historia reciente de esta escuela y mira hacia el futuro, que presenta un claro desafío para la comunidad. El documental se encuentra dividido en capítulos que coinciden con el calendario escolar. El director registra cada suceso con la misma minuciosidad y hace foco sobre una alumna y su padre, delegado de la escuela y criador de cabras. Allí encuentra la comunión entre las dos actividades, que están intrínsecamente unidas. Otro gran acierto es cómo el paisaje se configura como un protagonista más. Esto se evidencia en el tiempo que Vagnenkos le dedica a través de planos abiertos y la forma en que la cámara permanece impávida ante la imponencia de la geografía adversa. Escuela Trashumante es un testimonio valioso sobre el proceso educativo en una comunidad donde la escuela tuvo que adaptarse a las necesidades del lugar. El director logra transmitir esa posibilidad de cambio y el poder transformador de la educación.
Un valioso documental de Alejandro Vagnencos que muestra lo que ocurrió en una escuela de Huncal, fundada en l911 donde por 70 años nunca tuvieron un egresado. La zona habitada por una comunidad mapuche, Millain Currial, que es trashumante por la necesidad de pasturas estacionales de sus animales que alejan a las familias con sus niños de la cercanía del colegio. Allí nace hasta hoy, con muchas dificultades el acompañamiento de la comunidad educativa con los vecinos del lugar. Lo que significa literalmente, “partir en dos a la escuela”. Un camino de emociones, entrega, muchos problemas y reproches, y la salida de la estigmatización que pesaba sobre esos chicos. En principio condenados a no aprender, a la supuesta desidia de los padres, al trabajo infantil, a ser analfabetos. Con la participación de Cocheca Coliman, Pedro Vanrell, Nano Balbo, Alejandra Martínez, Mirta Torres.
Hay una escuela primaria en Huncal, Neuquén, fundada en 1911, que pasó setenta años (70) sin un solo egresado. Es que sus pobladores son trashumantes, viven la mitad del año en Cajón Chico, otra localidad, según el ritmo que marca el pastoreo de ovejas y chivos. Este interesantísimo documental muestra un ciclo lectivo actual, porque en 1984 Orlando Balbo, Pedro Vanrell y Alejandra Martínez llegaron para adaptar la escolaridad a los tiempos y lugares de la población, dividiendo la escuela en dos sedes y cambiando el calendario de clases. Un valioso trabajo de observación del director, Alejandro Vagnenkos, sobre un pequeño gran botón de muestra de eso de lo que hablamos cuando hablamos de educación.
Un pueblo que busca un futuro En Huncal, un paraje neuquino donde habita la comunidad mapuche Millain Currical, se halla una escuela primaria fundada en 1911 de la que no egresó ningún alumno durante más de 70 años. Sin embargo, sus habitantes desean que ese establecimiento vuelva a resurgir y elaborarán un plan para que los niños del lugar tengan un sitio en el que puedan aprender a leer y a escribir. Así esa escuela se transformará en un punto de encuentro entre diversas formas de ver el mundo y de entrelazar sueños y realidades. Cálido en su propuesta, este documental de Alejandro Vagnenkos muestra una nueva forma de educar y descorre un velo ignorado por muchos.
Los otros caminos de la educación. El documental muestra cómo una escuela neuquina sigue a una comunidad mapuche dedicada a la cría de chivos y ovejas, y de paso pone en tensión y debate el rol de la educación. La educación formal, la escuela, puede ser muchas cosas, en particular en aquellas regiones del país alejadas de los centros urbanos. Incluso puede ser dos escuelas en una. Como su mismo nombre lo indica, la escuela de nivel elemental N° 6 de Huncal-Cajón Chico, en la provincia de Neuquén, se divide en dos. O, para más precisión, se traslada de una localidad a otra siguiendo la marcha de una parte de la comunidad mapuche Millain Currical, aquella que se dedica a la cría de chivos y ovejas y debe buscar tierras de pastoreo dependiendo de la estación del año. Esa institución educativa móvil, adaptada a las necesidades de su alumnado –poco atenta al calendario escolar tradicional, regida en cambio por las invernadas y veranadas naturales–, es el origen y núcleo del documental de Alejandro Vagnenkos, rodado a lo largo de varios años, condición absolutamente necesaria para lograr el grado de cercanía con los docentes, alumnos y padres que puede apreciarse en muchas de las escenas. Una escuela que, además, es centro social y lugar de reunión para las discusiones de la comunidad. El director del lugar al inicio del rodaje, Pedro Vanrell, ocupa el primer tercio de Escuela trashumante. Nada más lógico, ya que se trata de una de las figuras fundantes de la particular óptica educativa del establecimiento. Su voz afirma que nadie había logrado egresar desde la creación de la escuela en 1911, hasta que su llegada y la de un grupo de colaboradores a comienzos de los 80 comenzó a mover los hilos necesarios para acercarse a la comunidad mapuche y ofrecer los cambios necesarios para lograr una mayor escolarización. Vanrell se jubiló en 2012 –el film registra su emotiva despedida–, se ubicó en su nuevo hogar y se dedicó a armar rompecabezas de infinitas piezas. Resulta claro que su aporte y el de sus descendientes es mucho mayor que el cumplimiento de un horario con sus correspondientes deberes cotidianos: la entrega y el sacrificio personal fue y sigue siendo indispensable para mantener en funcionamiento esa institución y su peculiar concepto de aula movediza. Con la primera sucesora de Vanrell ubicada en la sala de dirección, la cámara de Vagnenkos registra desde un lugar privilegiado las charlas y discusiones entre docentes y padres, e ingresa a las clases y a los hogares de algunos de los habitantes de la región. Lejos de tratarse de un simple documental descriptivo –aunque, en parte, lo sea–, Escuela trashumante logra transmitir los placeres y dolores de la existencia cotidiana en aquellos parajes, demostrando de paso que el delicado equilibrio entre la necesidad del trabajo duro y esforzado y el deseo de escolarizar a los niños de la comunidad sólo fue posible luego de muchos años de prueba y error. “Al llegar, intenté usar técnicas participativas, pedagogía crítica, pero había un muro donde rebotaban todas las propuestas, lo cual me hizo entrar en crisis. Imitar a la profesora más antipática y autoritaria, pero eficiente, que tuve en la infancia fue la decisión más feliz que tomé”, comenta un antiguo profesor del lugar, el legendario cooperativista Orlando “Nano” Balbo, contradiciendo todas las teorías pedagógicas progresistas que se le pongan a tiro. Eliminando de cuajo cualquier atisbo de relato en off o cabeza parlante hablando a cámara, entrelazando la vida de los chicos en las aulas con momentos cotidianos en el hogar (se destaca la escena del parto múltiple de las chivas) y confiando en la propia voz de los sujetos del documental, Alejandro Vagnenkos logra darle forma a una película que, de manera indirecta, pone en tensión y debate el rol de la educación en la Argentina de estos tiempos. Sin condescendencias ni voluntarismos. “Un día hago paro, al día siguiente no, y así”, afirma una docente, en lo que puede parecer una decisión salomónica pero no es otra cosa que la aplicación de una ética personal. Que puede variar dependiendo de las circunstancias y se construye día a día, como esa escuela que debe necesariamente moverse y acompañar a sus alumnos si es que desea seguir cumpliendo su función primordial.
El documental se encuentra dividido en capítulos, cuenta con buenos entrevistados y testimonios. Resulta interesante cada una de las actividades que realizan docentes, alumnos, entre otros y todo bajo un bello paisaje.
En Huncal, Neuquén, Pedro, un maestro que en los setenta tuvo su calvario en un centro clandestino de detención, está armando las valijas para abandonar su puesto de dirección. La escuela nº 6, o Escuela Trashumante, le debe todo o casi: fundada en 1911, no consiguió que ninguno de sus estudiantes mapuches se graduara hasta su llegada desde la porteña Paternal, 26 años atrás. Lo que muestra el documental es el modo de funcionamiento de esta escuela como anclaje de toda una comunidad. Aquí se debate todo, desde los paros hasta la redacción de una carta a prefectura por un robo de caballos, perpetrado, en apariencia, por vecinos chilenos. Quien queda a cargo de la dirección es una señora mapuche que supo aprender de Pedro, y hacia él vuelven todas las alabanzas. La película se divide por los segmentos del año (incluyendo aquel en que cambian de establecimiento, de ahí la “trashumancia”), y hay pasajes de un registro conmovedor, como el que inicia la primavera, con las cabras dando a luz a sus crías. Pese a la parquedad del tono documental (o debido a esto), la película logra ser envolvente, con sus personajes inocentes, enternecedores, y la belleza del lugar.
ESCUELAS QUE ABRAZAN Ya lejos han quedado las primeras escuelas que tuvieron gran influencia del positivismo. Pero aun se conservan resabios de ciertos criterios, como pretender la homogenización de la sociedad. Sin embargo, paralelo a estas ideas aparecen proyectos que tienen otra finalidad: que la escuela se adapte a las necesidades de la comunidad. El film Escuela Trashumante lleva el nombre de un formato de escuela que invita a superar los límites de la educación y a redefinir sus finalidades. Lo más llamativo de la película es la apertura que tiene la puerta de la escuela hacia el ambiente, dicho esto de manera metafórica. Si se desconoce la experiencia que llevan a cabo en el sur de nuestro país es posible que llame la atención cómo no hay un límite tan fijo entre la comunidad y la institución escolar. Justamente este aspecto es el que ha permitido, como cuentan sus integrantes, que los estudiantes puedan continuar sus estudios hasta poder recibirse. De una forma muy cálida, la filmación muestra el lugar priorizando siempre los espacios abiertos y la relación con el ambiente. Es posible observar lo distinto que trabaja esta escuela por medio de lo que se nos cuenta de ella y cómo. Siendo que los film que trabajan la temática escolar están inmiscuidos en el edificio en donde se lleva a cabo, Escuela trashumante rompe esa barrera y muestra los lazos con su entorno. La modalidad que la escuela ha optado es trasladarse en conjunto con la comunidad mapuche que va en busca de alimento para su ganado. Esta característica ha permitido un acercamiento más íntimo entre maestros, directivos, estudiantes y padres. Las reuniones que llevan a cabo y las charlas entre ellos son algunos de los momentos que retratan esta comunicación. Se le da mucho lugar también a la forma de vida y la relación con la escuela fuera de ella. Esto permite entender el manejo por el que opta la escuela y el porqué de la modalidad que llevan a cabo. El paisaje toma gran impronta al tratarse de una comunidad ganadera. Es mostrado en conjunto con los animales como una parte más de esta escuela. Queda retratada así una de las tantas infancias. Porque, aunque por mucho tiempo se creyó que había un solo modo de ser niños, hubo personas que entendieron que el sistema escolar estaba dejando afuera a varios chicos por mantener un criterio rígido y poco real a las necesidades. Aun mostrando que no todo es fácil a la hora de emprender nuevos proyectos, es posible conocer un intento de que la escuela llegue a todos.
Luego de dirigir Jevel Katz y sus paisanos, Alejandro Vagnenkos presenta Escuela Trashumante, un documental que muestra un modelo de enseñanza diferente al habitual. El documental se sitúa en una escuela ubicada en Huncal, un paraje en la provincia de Neuquén, donde habitan personas pertenecientes a la comunidad mapuche Millain Curricial. En 1986, luego de más de 70 años sin tener ningún egresado, lo hizo, finalmente, la primera promoción a raíz de un proyecto que acompaña a la comunidad en el desplazamiento que realizan en busca de pasturas para sus ovejas y chivas. Dentro del film se puntualiza la historia de Orlando “Nano” Balbo, quien viajó a Huncal para concretar un proyecto de alfabetización de adultos mapuches. Junto a él también lo hicieron, -y sobre ellos también se hace foco-, Pedro Vanrell y Alejandra Martínez, quienes se sucedieron en el cargo directivo del centro educacional. Escuela Trashumante muestra lo diferente que es el modelo educativo que se utiliza allí en comparación con el habitual, ni siquiera la jornada anual es similar: mientras que las clases en Buenos Aires se dictan de marzo a diciembre, allá los chicos van a la escuela durante la invernada y la veranada, finalizando las clases en abril. Además, durante la veranada asisten a otro colegio que se encuentra ubicado en Cajón Chico. El documental se destaca por su fotografía: los constantes y múltiples paisajes embellecen las escenas, la escuela se va mostrando de a poco y en diferentes momentos del día. Asimismo la cámara acompaña en los recorridos que realizan los personajes de un lugar al otro, sigue su día a día. Al mostrar un modelo educativo acorde a la situación de sus habitantes, Escuela Trashumante hace reflexionar sobre qué tan viejo y útil es el sistema educativo que prevalece hoy en día en las escuelas argentinas dónde sólo se piensa en la calificación de notas y no importa la situación personal de cada alumno.
A un paraje de Neuquén, aislado de otros pueblos, donde el terreno es árido e inhóspito y el invierno es muy crudo, rodeado de un paisaje desolador, por lo que poca gente se atreve a quedarse allí, `pues la vida es muy dura de verdad, fue el director de éste documental, Alejandro Vagnenkos, a buscar testimonios e información sobre una escuela rural que fue inaugurada en 1911. Tiene la particularidad de que nunca tuvo un alumno egresado, hasta que en 1981 llegó el maestro Pedro Vanrell, en principio fue designado para trabajar en una escuela para adultos, quien se dio cuenta lo que ocurría en esa primaria de Huncal y comenzó a trabajar fuertemente para revertir esa situación. Con gran esfuerzo, y la colaboración de otros maestros, logró que su proyecto funcione a mediados de la década del ´’80 y no haya más deserciones. Los problemas de asistencia eran producidos por las inclemencias del tiempo y la crianza de los chivos, actividad a la que se dedica la comunidad mapuche Millain Currical que habita en esa zona. Pero este maestro, que con el paso del tiempo se había convertido en director, luego de 28 años enseñando en esa institución, se jubiló. Vagnenkos sigue con la cámara a Pedro en su viaje de despedida de la localidad, y más tarde vemos la asunción de una nueva directora. El comienzo del relato fue interesante, instructivo, pero luego pierde el espíritu de lo que se quería contar al desviarse del camino original para, en parte, prestarle más atención a una familia determinada, ver cómo realizan las actividades rurales. Además, vemos las reuniones de los padres con las maestras, la parición de los chivos, los movimientos internos de la escuela, etc. La película está bien narrada, logra pequeños buenos climas alternados con otros más desabridos, tornándose por momentos tedioso. Lamentablemente, el realizador, al no focalizarse en la idea primogénita de investigar más el pasado de esa escuela y exprimir las anécdotas de Pedro, el film termina siendo una acotada muestra de cómo se vive en la Patagonia Argentina lejos de los grandes centros turísticos, fuera de los intereses reales de los gobiernos de turno, que para subsistir en esos lugares realmente hay que hacer un gran esfuerzo, librados a su propia suerte.
Además de periodista, soy docente. Y es muy difícil no reconocer el valor de este trabajo de Alejandro Vagnenkos, una propuesta de registro de una escuela muy especial. Hablamos de una entidad educativa en Neuquén, donde se educa la comunidad mapuche, junto a lugareños e hijos de pastores y gente de la montaña. Esta institución, rural al extremo, fue fundada en 1911 y según sus registros, no tiene aún egresados que hayan completado su ciclo primario. Pero eso no dice mucho si la mirada se enfoca en lo cuantitativo. Hay un trasfondo en el que si podemos percibir la misión de los educadores y su ffirme propósito para llevar adelante : la educación que abre caminos y transforma vidas. La película recorre anécdotas muy interesantes sobre lo que sucede en dicha escuela, donde los ex alumnos y vecinos, explican a cámara la trascendencia de este proyecto. Aquí hay un tarea fuerte, comprometida y atenta a las necesidades de su comunidad. La lente está puesta en analizar lo que sucede y transmitir imágenes sobre lo que este establecimiento (la N°6 de Huancal-Cajón Chico) vive y respira y cómo la vida tiene lugar ahí. Es emocionante conocer el compromiso docente en ese lugar y tomar contacto con su realidad. Vagnenkos cumple su rol con oficio. Hay mucha belleza en el lugar, y él sabe captarla. “Escuela transhumante” es un vehículo de experiencias y es muy potente en ese sentido. Un doc que ningún educador debe dejar pasar. Inspira e instala parámetros interesantes y profundos sobre cómo debe encararse una construcción de aprendizaje que integre auténticamente.