El viaje al pasado de Mara Pescio con la cantante Miss Bolivia
Miss Bolivia debuta en un rol protagónico en cine con este film ambientado en Misiones y presentado en el festival de San Sebastián.
Ese fin de semana (2021) respira alegría incluso en los momentos dramáticos de su relato. La música es un motivo fundamental para la trama (aquello que se cuenta) pero también para el relato (el cómo se cuenta). Música urbana que imprime frescura y verdad al universo representado.
Julia (Miss Bolivia) es una cantante acorralada por las deudas. Llega al pueblo de su infancia para recuperar un dinero y reorganizar su vida. Allí se encuentra con su hija adolescente, Clara (Irina Misisco), a quien abandonó hace tiempo. Una vez en el lugar debe firmar la potestad al padre de la chica para que siga haciéndose cargo de ella en el Paraguay. Pero Clara no sólo no pretende ir sino que intentará recuperar el vínculo con su madre.
Mara Pescio retrata un espacio pluri-cultural donde se entremezclan diversos idiomas ya sea de Argentina, Brasil o Paraguay. Hay un reconocimiento del barrio de monoblocks (existentes en la ciudad de Posadas) donde sucede la historia, de sus habitantes y de la rutina del lugar, trasmitido con un encanto que capta la felicidad que sobrevuela el ambiente (los chicos jugando carreras con carritos de supermercado), como un paréntesis a los problemas económicos y sociales cotidianos.
La película puede leerse desde dos ópticas diferentes. Por un lado, el retrato casi documental del lugar y sus habitantes, sus costumbres y modos de relacionarse. Ahí Ese fin de semana se destaca con elocuencia haciendo un registro cercano y verdadero de lo que vemos. Pero no en términos de realismo cinematográfico sino de verdad expresiva, hay una veracidad propia de los primeros films de Leonardo Favio en la representación puesta en pantalla.
Por otro lado, aparece la trama de recomposición del vínculo entre madre e hija. La película juega con tres tópicos: la música de Julia y Clara, la relación de Clara con su novia, el dinero necesario para subsistir, sin dedicarse a desarrollar del todo ninguno de ellos. No lo hace porque en definitiva no importan demasiado para el cuento que se quiere contar, son distintas maneras de abordar la relación rota entre madre e hija.
La música de uno y otro personaje juega un papel fundamental para establecer el viaje de Julia. Abre la película y marca el tono y registro del condominio y sus personajes, sobre todo de niños y adolescentes. Una melodía que une a Julia con su pasado perdido.
Una película con la capacidad de trasmitir emociones a través de la vida de personas reconocibles en sus anhelos y defectos. Una característica que universaliza el cuento para convertirlo en un recorrido músico-emocional por el norte argentino.