Trabajos de amor perdidos, sentimientos repetitivos
"Eso que llaman amor" era una canción de Raphael, donde hablaba de un ser vivo que vuela sin rumbo, "si te llega te llega y empieza el delirio", "un ángel con flechas directas al alma que vienen del cielo a darnos la gloria, la dicha, el placer más divino". Todo el mundo tiene buenos recuerdos de haber vivido algo semejante, y le gusta revivirlos en las canciones, las pantallas, y algunas personas también en los secreteos con sus amigas.
Pero después venía la segunda parte: "El hombre tan torpe, tan necio, de un soplo lo extingue", "lo enfrían los días, el tiempo, se hielan los besos o surge otro sueño que acaba con eso que llaman amor". Bueno, esta película empieza directamente por la segunda parte. Más feo todavía: empieza por la larga crisis que viven algunas parejas, cuando ya no pueden vivir con amor pero necesitan convivir con odios y reproches. Y ahí se quedan largo tiempo, las parejas y la película. Hasta que el tiempo acomoda y mejora las cosas, o al menos eso parece.
Esa exposición beneficia a las actrices, que acá, interpretando distintas historias paralelas, sufren, lloran, recriminan, se irritan, se angustian, se apaciguan, se proyectan en hechos creativos, y también besan, por amor, por desesperación, por agotamiento, en fin. Más de una espectadora se identificará con ellas: Diana Lamas, Laura Cymer, Verónica Intile, Irene Almus. El elenco masculino se luce menos. También la película se luce menos, aunque sus defectos formales sean cubiertos por el interés del tema y la posición asumida. Autora, Victoria Chaya Miranda, directora de la serie "Los chicos del puente" (Canal 7), debutante en cine.