Entretenida variante de “Blancanieves”
Se pasa el rato con esta superficial y entretenida variante del clásico «Blancanieves». Le falta emoción, el encanto es medio de fórmula, casi todo transcurre en escenificaciones básicas, como de teatro filmado, el promocionado numerito musical a lo Bollywood está encajado en forma bollywuda, el comienzo anuncia una cosa (la versión de la madrastra) y pronto pasa a ser lo de siempre, pero, pequeño detalle, lo de siempre ha cambiado.
No corresponde comentar esos cambios, que son amables y en parte levemente feministas, pero sí advertir que unos paisajes digitales son dignos de verse en pantalla grande y pegarse después en la pantalla de la computadora, la tradición europea de la fábula se ilustra con peleas de coreografía medio china, los ambientes y todo el vestuario rebalsan imaginación, hay un resumen previo en dibujos que parecen muñecos de porcelana, Julia Roberts se divierte a gusto como la madrastra, y algunos chistes son buenos.
Ah, también Lily Collins, la hija de Phil Collins, se luce en el papel principal, pasando de inocente criatura insulsa a jefa espadachina de siete petisos bandoleros, hasta llegar a la boda en plena gloria con flequillito ladeado a lo Audrey Hepburn. A su lado, y al lado de cualquiera, el príncipe es un soberano pavote manejable, que solo se salva por carilindo y adinerado. Muy en papel Armie Hammer. Y a señalar, Nathan Lane (el secretario), Danny Woodburn, el enano que alcanzaba estatura romántica en «Con solo mirarte», y aquí hace de maestro obligado a delinquir, el músico Alan Menken («La bella y la bestia», «Enredados», etc.), y sobre todo la diseñadora de vestuario Eiko Ishioka, la misma de «Bram Stokers Dracula», veterana artista muerta en enero último y a cuya memoria está dedicada la pelicula.
Curioso, un enano de boina, igualito a Hugo Chávez pero con pañuelo azul. Lamentable, el doblaje a un español bastante flojo e inexpresivo.