Espías a escondidas sigue la fórmula de comedias y aventuras con animalitos graciosos que tan bien le funcionó en la taquilla a la productora Blue Sky en el pasado con La era de hielo, Río y más recientemente Ferdinand.
La película de Snoopy sigue siendo lo mejor de ellos y cuesta pensar que logren superarla en un futuro cercano.
Esta nueva producción es una propuesta infantil amena que tiene la particularidad de tomar como referencia el género de espionaje, con numerosas referencias a la saga de James Bond y Misión: Imposible.
El guión corrió por cuenta de Lucas Martell, responsable del excelente corto de animación The Oceanmaker, un relato del género steampunk al que le puso más dedicación. Pueden verlo en You Tube.
La ópera prima de Troy Bruno y Troy Quane es la obra de Blue Sky que más se concentra en la acción desde la subestimada Epic: El mundo secreto (2013) si bien sigue el estilo de comedia de las productora donde no faltan las referencias escatológicas.
En lo referido a los aspectos visuales los directores presentan un film correcto, sin demasiada ambición, que tiene el nivel standard de lo que se hace en Hollywood por estos días.
No hay nada interesante para resaltar en ese campo.
No obstante, como opción familiar es una película que cumple el objetivo de entretener al público infantil, pese a que se olvida enseguida y no hace nada nuevo ni original con el concepto que trabaja.