¿LA PALOMA DE LA PAZ?
Un James Bond para toda la familia
Al mejor estilo 007, Will Smith le presta su voz a un agente secreto que termina combatiendo a los malos en el cuerpo de un plumífero.
En un panorama hollywoodense donde las franquicias y los superhéroes marcan el ritmo de la taquilla, siempre se celebran las historias originales o, al menos, diferentes, mucho más cuando vienen de la rama animada. Blue Sky Studios y 20th Century Fox -los mismos de “La Era de Hielo”- ahora están bajo el paraguas de Disney, pero siguen aportando sus propios proyectos. Entre ellos, “Espías a Escondidas” (Spies in Disguise, 2019), basado muy libremente en el cortometraje “Pigeon: Impossible” (2009) de Lucas Martell.
Claro, esta aventura de recontra espionaje, dirigida por los debutantes Nick Bruno y Troy Quane, se agarra de todos los tropos del género para contar la historia de Lance Sterling (voz de Will Smith), un agente secreto bastante petulante que trabaja para H.T.U.V. (Honor, Trust, Unity and Valor) realizando las tareas más peligrosas. Por otro lado, tenemos a Walter Beckett (Tom Holland), un jovencito amante de la ciencia que diseña los artilugios más estrafalarios para la misma entidad. Pero este geniecito tiene una ideología especial y una misión autoasignada: sus “armas” no combaten fuego con fuego, en cambio, promueven una actitud mucho más pacifista.
Cuando una de sus misiones en Japón no sale tan bien como lo esperado -debe recuperar un drone de las manos del traficante de armas Katsu Kimura-, Sterling se convierte en acusado de traición cuando las fuerzas especiales de asuntos internos, lideradas por Marcy Kappel (Rashida Jones), presentan pruebas irrefutables de que Lance se quedó con el peligroso artefacto. En realidad, el verdadero ladrón y villano es un misterioso personaje conocido como Killian (Ben Mendelsohn), terrorista tecnológico que ostenta un brazo mecánico y la capacidad de alterar su rostro.
A Sterling no le queda otra que escapar de H.T.U.V. y termina cruzándose con Beckett, quien acaba de ser despedido por su culpa. Walter tiene un plan (casi infalible) para que el agente desaparezca y encuentre al verdadero culpable, pero su último experimento (el ocultamiento biodinámico) termina un poco mezclado y Lance se transforma en una paloma parlanchina. En contra de todos sus principios -Sterling siempre trabaja solo-, el agente debe hacer equipo con este tímido jovencito, y varios plumíferos, para recorrer el mundo, atrapar a Killian para salvar a todos los activos de la agencia y limpiar su nombre, mientras su compañero encuentra el antídoto que lo devuelva a su forma humana.
La unión hace la fuerza
Entre aventuras cosmopolitas y escenas de súper acción que no tienen nada que envidiarles a James Bond o a Ethan Hunt, “Espías a Escondidas” insiste con su mensaje pacifista, que no deja de chocar con los métodos de Lance. A este protagonista le toca recorrer el camino de aprendizaje, dejar de ser tan engreído y apoyarse en los demás, aunque no sean tan “asombrosos” como él. Por el lado de Walter, todo es una cuestión de confianza que debe recuperar, mientras intenta entablar amistad con su ídolo.
La película de Bruno y Quane tiene sus prioridades bien claras: sabe a qué publico apuntar (el familiar y los más chicos) con un relato reconocible que juega con los lugares más comunes del género de espías. No pretende revolucionar el medio, pero cumple con su función principal, que es el entretenimiento. Tal vez se agarra demasiado de los arquetipos sin desarrollar a todos sus personajes -un antagonista del que poco sabemos, o la simpática Marcy-, pero hace honor a su estructura de ‘buddy movie’, donde estos dos protagonistas tan diferentes deben limar asperezas para trabajar codo a codo (¿o codo con ala?).
Mi paloma es un espía, ¿lo qué?
El humor que se desprende de las peripecias que debe atravesar este agente emplumado, las estrambóticas secuencias de acción (consecuencia de los aún más estrambóticos gadgets creados por Walter) y el carisma que le ponen Smith y Holland a través de sus voces (en la versión original) son los puntos más altos de una de las mejores y más originales apuestas del estudio, que ya agotó la mayoría de sus franquicias animadas.
Igual, “Espías a Escondidas” no logra separarse de la media (y los chistes escatológicos, ¿por qué insisten siempre con esto?), aunque en su caso logra mantener el ritmo y el inters de una trama bastante básica a lo largo de casi dos horas de película.