El mayor acierto de Espías a escondidas es parodiar a Bond y ese tipo de cine de manera muy inteligente.
La película es para todo público, los chicos se van a divertir y los adultos también encontrarán entretenimiento.
La vi en idioma original lo que me genera dudas sobre el doblaje ya que todo se apoya mucho en los personalismos de los dos actores protagonistas que ponen las voces.
De hecho, el personaje principal luce a imagen y semejanza de Will Smith y ese es uno de los puntos más altos. Incluso sucede con Tom Holland con quien tal vez no estamos tan familiarizados (sacando a Spider-man de la ecuación) y su voz se hace indisoluble de su avatar animado.
Serán los más niños los que diriman esta cuestión y seguro la pasarán bien de todos modos.
El estudio Skyblue, propiedad de Fox, estrena su primera película bajo el paraguas de Disney y se siembran las dudas sobre la libertad creativa que poseerán en el futuro, pero ese es otro debate.
Aquí aún se distinguen del ratón y de Pixar por ser menos solemnes y apostar al absurdo.
Los óperaprimistas Troy Quane y Nick Bruno hacen un buen trabajo. Ambos tienen experiencias en animación y son del riñón del estudio. Pero al igual que el resto de las películas de ese sello, no logran una grandilocuencia que genere admiración visual.
El film cumple con lo que se propone y eso está muy bien. Pero a la larga se convertirá en “uno del montón”.
La pasás muy bien con las palomas, pero no te enamorás de los personajes. No huelo a nuevo clásico por más que luego haya secuelas.
En definitiva, Espías a escondidas es una buena película para toda la familia y entretenimiento asegurado. Pero no más que eso.