Mezclando géneros y apelando al carisma de sus dos protagonistas masculinos (Will Smith, Tom Holland) Espías a escondidas (Spies in disguise, 2019) propone una revisita al cine de espías más clásico, con humor, leyes de las buddy movies y un interés por entretener sin menospreciar a su público.
Basada en el corto Pigeon: Impossible (2009) de Lucas Martell, cuya premisa era la de un espía de renombre luchando contra una pequeña paloma, la aventura en el largometraje comienza con la presentación de Walter (Holland), un joven que desarrolla gadgets para los agentes especiales con particularidades propias de los “millenials” y que desde pequeño demostró interés por la investigación y “hacer el bien” (su madre era policía).
Por otra parte Lance (Smith), el otro rol central, es presentado como un soberbio y experimentado investigador que logra concluir todas sus misiones de manera positiva, disfruta del reconocimiento público y posee un ego tan grande que no necesita de nada ni nadie, excepto cuando es involucrado en un caso por el cual se lo acusa del robo de material sensible.
Así, si bien Espías a escondidas elige ir en la línea de 007 o Kingsman, por nombrar solo algunos de los referentes que sentaron las bases del género y luego las reinventaron, suma actualidad al, por ejemplo, introducir herramientas en los investigadores como una bomba que al detonarse despliega brillantina e imágenes de gatitos para disuadir a los malhechores.
Ese gag, que se repite durante la narración, demuestra la habilidad del guion para conjugar dos universos completamente diferentes, el del espía maduro, exitoso, y el del novato, con ideas innovadoras como un dispositivo que “abraza” cuando más se lo necesita, y que acerca al personaje a audiencias más jóvenes acostumbradas a características asociadas a youtubers e influencers.
A medida que avanza el relato, y ya en plan pareja de espías, joven/adulto novato/experimentado, ambos deberán disuadir al villano de turno de arrasar con todo, un siniestro personaje que además de destruir a los espías, involucrar a Lance en algo que no hizo, querrá cobrarse venganza de éste por hechos del pasado.
Para combatirlo Lance y Walter unirán sus fuerzas, dependiendo el uno del otro por un extraño brebaje preparado por el último, que convertirá al primero en un plumífero parlanchín que no pierde, por más ave que sea, sus habilidades para el espionaje.
Espías a escondidas así construye su narración a fuerza de gags, referencias al universo de las aves, música, humor, persecuciones, misterio, pero también de exigirles a sus personajes la transformación necesaria para suavizar sus diferencias y de esta manera impulsar la amistad entre opuestos y el climax de la historia
Pensada como un entretenimiento para toda la familia, en su doble función de emular género y simplificar sus líneas argumentales, Troy Quane y Nick Bruno dirigen una propuesta que gana cuando evita tomar en serio aquello que presenta, “el espía con plumas”, jugando a una de intriga internacional, pero apta para todo público.