¿Reboot? ¿Secuela? Cada vez cuesta más trabajo encasillar a algunas producciones cuyo único objetivo es engrosar cierto universo narrativo a costas de perder toda calidad cinematográfica. Que lejos ha quedado aquella "Saw" del 2004 que tanto fanatismo había generado en sus espectadores y que tanta frescura había aportado al género del terror. Ya sin Tobin Bell y su inmenso carisma interpretativo, esta novena entrega queda más huérfana que nunca, demostrando que en el cine no hay fórmulas que duren para siempre.
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Chris Rock (Zeke Banks) es quien oficia como protagonista de esta edición, escapando de su ya conocido rol de comediante para interpretar a un policía que buscará atrapar a una especie de imitador de Jigsaw que asesina uniformados corruptos. Como si se tratara de un thriller policial a la vieja usanza, Zeke intentará develar quien está detrás de todos estos juegos macabros mientras recibe la ayuda de un joven agente interpretado por Max Minghella.
Más allá de la insólita simpleza de su argumento y de la aberrante actuación de su protagonista, "Spiral" no puede siquiera hacernos revivir ni un poco de la atmósfera propia de las otras películas de la franquicia. Como si se tratara de un mal capítulo de CSI, todo es tan acartonado que cuesta creer si se trata de una parodia o de una película que apunta a tomarse en serio. Cada intervención estereotipada, cada resolución predecible y cada uno de los diálogos no hacen mas que dar cuenta del nivel bajísimo de la cinta dirigida por Darren Lynn Bousman.
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La elección de Chris Rock para el papel principal no ha sido mala, ha sido directamente terrible. Pero en esta saga tampoco han actuado Pacino y Meryl Streep. El problema de "Spiral" es que es una película mal ejecutada, que ni siquiera se ha dignado a reproducir con inteligencia las trampas terroríficas y los giros de guión característicos de las ediciones anteriores.
La verdadera trampa, entonces, quizás solo sea tener que ver la película.