En cine, el resultado no siempre es igual a la suma de sus partes. Espíritus oscuros es un ejemplo de cómo una idea inicial atractiva, actores talentosos y una buena construcción de un mundo pueden quedarse a mitad de camino. Por qué sucede eso es más difícil de reconstruir, debido a la complejidad que implica la producción de una película, y solo se puede sugerir una hipótesis. En este caso, el obstáculo mayor parece ser una insistencia en que se note que la película está contando “algo importante”.
La ambición es un buen motor en el cine y querer que un film sea más que un entretenimiento o un producto comercial puede ser un buen aliciente para realizar una búsqueda narrativa y estética más profunda. Lo que sucede en Espíritus oscuros es que el tema central, propio de un drama familiar, termina poniéndose en un primer plano por encima del elemento fantástico y de terror. Sin embargo, son justamente las escenas pensadas para crear suspenso y las revelaciones del horror las que resultan más fascinantes, gracias a una puesta efectiva y efectos visuales potentes.
Keri Russell interpreta en la película a una maestra que volvió a vivir con su hermano, encarnado por Jesse Plemons, a su pueblo del noroeste de los Estados Unidos, tras años de vivir en California. La inmensa belleza de las montañas y los pinos de Oregon contrastan con la decadencia económica, social y de infraestructura en la que está sumergido el pueblo, que tuvo explotación minera en el pasado y ahora su población sufre el desempleo y muchos buscan una salida en el comercio y consumo de drogas sintéticas. La maestra comienza a preocuparse por un alumno que muestra signos de trauma y parece tener problemas familiares, que le recuerdan a los que ella y su hermano padecieron.
Esta descripción parece la de un drama de los que suelen surgir de la escena del cine independiente norteamericano, con los abusos que el ser humano inflige sobre otros y sobre la naturaleza como tema principal sobre el que trabaja la película. El diferencial de Espíritus oscuros son los elementos sobrenaturales que forman parte de la historia y que están bien construidos. Lo que resulta decepcionante es la sensación de que el equipo creativo detrás de la película no confió del todo en el histórico poder alegórico del género para revelar dramas humanos, sin tener que llevarlo a la superficie para demostrar que se trata de “algo más serio” que una película de terror.