Fuga sin palabras
La palabra "esencial" en el título es la clave de esta película de Jerzy Skolimowsky que se estrena en la Argentina dos años depués de haber sido premiada en el festival de cine de Mar del Plata y de haber obtenido el Gran Premio del Jurado en Venecia.
Lo único que hay decir sobre esas distinciones es que son merecidas. Essential Killing es una obra maestra, un tratado acerca de cómo el cine puede ir más allá de circunstancias políticas o históricas particulares y entregar una versión depurada de la lucha de un hombre por sobrevivir en las condiciones más adversas imaginables.
La reducción a lo esencial empieza con la sustracción de datos básicos. No sabemos cómo se llama el protagonista, interpretado por Vincent Gallo (también premiado en el Festival de Mar del Plata), aunque en los créditos figure como Mohammed (el más genérico de los nombres musulmanes). ¿Es un talibán? ¿Un guerrillero? Lo cierto es que huye y seguirá huyendo hasta el final.
En la primera escena lo que se impone es la mirada de un helicóptero sobre un panorama desierto y rocoso de Afganistán. Sin embargo, esa perspectiva militar y maquínica no impide apreciar la belleza del paisaje, una belleza que de algún modo es resaltada por la persecución que allí se desarrolla. Ese tipo de visión se repetirá más tarde cuando el escenario sean los bosques nevados de Polonia.
Luego de matar a tres soldados norteamericanos, el guerrillero musulmán es atrapado y conducido a un centro de detención donde lo torturan para interrogarlo. Pero el hombre no habla, no hablará durante toda la película, y esa es otra de las sustracciones esenciales que realiza Skolimowsky. Lo único que saldrá de la boca del personaje son gritos de dolor o de furia. La ausencia de palabras es una forma de traspasar el límite donde lo humano se vuelve inhumano.
La huida continuará en un paisaje completamente extraño: Polonia en invierno. Es que el prisionero es trasladado a ese país en avión y luego a un centro de detenciones clandestino en un camión que sufre un accidente y se desbarranca en la nieve. En ese momento aprovecha para huir y unos instantes después asesina por la espalda a un soldado que acaba de enterarse de que va a ser padre de gemelos.
La escena parece concebida para que el espectador corte cualquier reflejo de simpatía o identificación con el guerrillero, pero el vínculo, sin embargo, se vuelve más fuerte a medida que se hace abstracto y se despersonaliza. Es que en ese punto, aun cuando falta una buena parte de la persecución sobre la nieve, ya no se trata de un hombre, sino de una fuerza, un vector, una línea de puntos suspensivos que avanza en dirección a ninguna parte.
La estructura de Essential Killing, no obstante, no es totalmente líneal y episódica. A la recta que traza la fuga se le superpone una figura sinuosa: los sueños y alucinaciones del personaje, algunos recurrentes, como una mujer que viste un burka azul, y otros lindantes con el delirio, como cuando el frío y el hambre le hacen ver una jauría de perros que se multiplican y corren a su alrededor y le ladran.
Skolimowsky, autor de la maravillosa Proa al infierno, vuelve demostrar su grandísima ambición y su maravilloso talento a la hora de contar una historia con los elementos básicos del cine.