Skolimoski hace una película desesperada, sobre alguien que debiera ser en su lugar, y que, por obra y gracia de una potencia imperialista y sus cómplices, es desapropiado de todo lo que lo constituye.
Jerzy Skolimowski propone un viaje difícil de soportar y por momentos alucinado que penetra con profundidad una de las situaciones más injustas y violentas que se desarrollan en el ámbito de la política internacional.
Partiendo de un hecho que no requiere mayores explicaciones, un enfrentamiento en el desierto probablemente afgano, un combatiente es atrapado, golpeado, torturado y sacado en avión por las fuerzas estadounidenses hacia alguna de las muchas bases clandestinas, donde miles permanecen encarcelados ilegalmente. Sin embargo, en el traslado, el vehículo donde viaja vuelca y él queda libre. Se esconde y comienza a correr en medio de un bosque nevado. Todo allí le es hostil. El terreno, los soldados que lo buscan, los escasos hombres con los que se encuentra, la falta de alimentos y agua, su propio cuerpo.
Lo que relata la película es una situación mucho más profunda que la propia huída. En el centro está la irracionalidad de un ejército que penetra un lugar que le es ajeno. Ajeno en un sentido absoluto. Con sencillez y profundidad el realizador cuenta la invasión a partir de lo geográfico y lo cultural y como desmonta el poder y el terror en la primera secuencia de la película. Lo que hace el ejército estadounidense con la invasión militar, además de apoderarse de los bienes y los cuerpos de las personas, es violentar la totalidad de la relación entre los hombres y su vida y su lugar. Por ello la película cuenta algo mucho más complejo que la supuesta huída. No hay escape en tanto no hay ningún destino posible, real o imaginario, para este hombre. El corre pero no huye, no existe el delante y el atrás. Ya no tiene presente, tan solo pasado.
Skolimoski hace una película desesperada, sobre alguien que debiera ser en su lugar, y que, por obra y gracia de una potencia imperialista y sus cómplices (la sutileza es un arma esencial de este notable director), es desapropiado de todo lo que lo constituye.
Desprovisto de toda subjetividad ¿dónde queda el hombre?