Huida a ninguna parte
Essential Killing venía avalada por los premios cosechados en Venecia y las alabanzas recibidas en el pasado Festival de Cannes, sobretodo en cuanto a la interpretación de Vincent Gallo se refiere. Aquí, da vida a un combatiente (¿afgano?), quien tras deshacerse de forma violenta de quienes lo hostigan, emprende una presurosa e instintiva huída hacia ningún lugar.
Aunque en un momento determinado es atrapado y confinado, vuelve a huir de sus captores tras un accidente en el que queda a la intemperie, todavía esposado, en mitad de un paraje inhóspito, con sus pies descalzos, completamente desorientado y sufriendo un zumbido incesante en los oídos, causado por la detonación de un misil estadounidense, mientras que hombres armados y uniformados, perros y helicópteros no cesan en su empeño por capturarlo.
A medio camino entre El Malvado Zaroff (y sus incontables secuelas tipo Blanco Humano que jamás le llegaron a la altura) y la más reciente La Carretera nos encontramos ante un film en el que casi no existen los diálogos (el protagonista no abre la boca en la hora y media de metraje) ni falta que le hace.
Es un ejercicio de cine instintivo, donde lo único que importa es la lucha por la supervivencia, unida a la propia confusión existencial del individuo. Vincent Gallo luce soberbio en su rol tan convincente de alimaña perseguida que habrá de afrontar todo tipo de riesgos para mantenerse con vida, si es que realmente consigue mantenerse.
Durante parte de la acción lo vemos corriendo sin parar, tratando de no congelarse ni morirse de hambre. Para ello, no dudará a la hora de matar si es necesario, comer insectos o corteza de árboles, e incluso atacar a una mujer que está lactando para robarle un poco de su leche, aunque en el transcurso de su trepidante huida acabará encontrando instantáneo cobijo en los brazos de una mujer tan parca en palabras como él (una enigmática Emmanuel Seigner, en una aparición tan fugaz como fascinante).
El único reparo que habría que ponerle a este estimable film es la intersección de unos molestos flashbacks que no aportan absolutamente nada al relato, pero se trata de peccata minuta en un trabajo en el que las luces ganan por goleada a las sombras.
Una obra tan imperfecta como poderosa, virtuosa en el plano visual y auditivo, que vuelve a poner en primera fila al polaco Jerzy Skolimowsky, un realizador un tanto olvidado que durante su vasta carrera nos ha ofrecido trabajos tan interesantes como El grito (1978); Trabajo clandestino (1982) o El año de las lluvias torrenciales (1989), aunque empezó a conocer cierta fama gracias al guión de El cuchillo en el agua, que escribió para Roman Polansky.
Lo que sorprende de su puesta en escena es la forma en que el realizador se las compone para ganarse la simpatía de un villano esencial, porque ¿hay alguna figura más odiada para el público estadounidense que la de un terrorista árabe?. Sin embargo, una vez que comienza la lucha por su vida, ya no lo vemos como un villano o una figura política, sino un ser meramente humano.
También vale la pena destacar las argucias utilizadas por el cineasta para captar la atención del espectador desde el primer instante. Se trata de un cine de omisiones, donde se nos da la mínima información con el único objetivo de dotar a la narración de una confusión y misterio en una situación ya de por sí irreal. Esta experiencia se ve agravada por el hermoso telón de fondo, pero alienante de los bosques de Europa, donde la mera presencia de Mahoma parece una fantasía absurda.
Esperemos que la avanzada edad del director (setenta y cuatro años recién cumplidos) no le impida seguir estrenando películas, aunque ya se ha anunciado la que será su próxima producción en la que tendrá un papel protagónico y que llevará por título September Eleven 1863. En esta ocasión trabajará bajo las órdenes del cineasta italiano Renzo Martinelli (Barbarroja, 2009).
En cuanto a Vincent Gallo, verdadero baluarte que carga en sus espaldas con toda la fuerza del film, lo podremos disfrutar próximamente en Loosies, una comedia romántica en la que actúa junto a Peter Facinelli y Michael Madsen, y La Ligenda de Kaspar Hauser, sobre el conocido caso del individuo alemán que creció en cautiverio en completo aislamiento, personaje a la medida de los roles extremos que suele interpretar el actor americano.