La mano que se vuelve hormiguero
Minimalista desde su planteo, Essential Killing redimensiona los vejámenes de la guerra en Medio Oriente. Va aún mucho más allá. Allí donde la palabra ya no tiene sentido. Un afgano que huye perseguido por tropas norteamericanas.
Que sean muchos los títulos, buenos y variados, que no llegan a la exhibición comercial en Rosario es noticia lamentable. Emilio Bellon supo dar cuenta de ellos en una nota no muy lejana, al señalar el privilegio que acompaña, en este sentido, a los denominados blockbusters. Es por eso que la posibilidad del dvd permite saldar deudas, apenas, respecto de lo que supone el espectáculo cinematográfico, pensado para la pantalla grande y la sala oscura, aspectos si no perdidos al menos negados para muchas películas recientes.
El malestar es todavía mayor cuando, dado el film que aquí se reseña, hubiese significado la oportunidad de volver a ver a un gran director, devuelto al cine en pleno ejercicio de su mejor hacer, rodeado de reconocimientos y críticas elogiosas. Essential Killing ha sido premiada en Venecia así como, por ejemplo, en el Festival de Cine de Mar del Plata 2010 dentro de los rubros Mejor Película y Mejor Actor (Vincent Gallo), lo que equivale a una paradoja todavía mayor, dada la publicidad que, se supone, el mismo festival argentino debiera provocar de cara a la distribución de cine en el país.
En cuanto a la tarea del polaco Jerzy Skolimowski, recordar que, superado el hiato que lo alejara del cine durante diecisiete años hasta Cuatro noches con Ana (2008), su quehacer lo ha reconocido como parte de la renovación cinematográfica de los '60, a partir del trabajo conjunto con Roman Polanski ?fue guionista de El cuchillo bajo el agua (1962)? y como director de films de relieve como Walkover (1965), Barrera (1966), El alarido (1978), o la traslación al cine de la novela de Arthur Conan Doyle Las aventuras de Gerard (1970), películas que la amabilidad cinéfila de la señal televisiva Europa Europa suele tener en cuenta.
Essential Killing es, dado el recorrido del cineasta, lección de maestro, sabiduría de cine, planteo minimalista. Vincent Gallo interpreta aquí a un afgano envuelto en una persecución, víctima del ejército norteamericano. Unos soldados muertos, él el responsable, y desde una instancia casi fortuita. A partir de allí la captura, la huida, la carrera por vivir, en el marco de un "essential killing" cuya semántica de origen dice y esconde: asesinar por mandato religioso, matar para sobrevivir, muerte/vida como esencia sola, todo esto y tanto más. ¿Es un terrorista? Poco importa. Hay algo anterior, más inmediato, profundo, que trasluce desde el jadeo, los gritos de dolor, la mirada perdida, las visiones místicas. O a través del cine dentro del cine.
Es decir: los dedos de Vincent Gallo escarban la montaña de tierra helada para encontrar hormigas. Las hormigas caminan en su mano durante unos instantes. Un lapso breve, surreal, de referencia cinéfila obligada. Luego son comidas. Cine dentro del cine pero, también, cine que se come al cine. La película de Skolimowski devora a Buñuel y Buñuel, así, revive en Skolimowski. También cuando el fugitivo, que no habla durante toda la película, con un pitido de explosión que le tortura los tímpanos, encuentre asilo en la casa de la sordomuda (Emmanuelle Seigner). O al decidir beber del pecho materno, mientras madre y bebé gritan, lloran. Desde un mismo proceder, también cuando los norteamericanos "confunden" reiteradamente sus diálogos bélicos con insinuaciones sexuales. Excitación, ganas de matar, deseos de eyacular, y una llamada telefónica que habla de gemelos por nacer para una voz que se emociona y dice estar "contento". Sin olvidar, claro, la tortura con sus "juegos previos".
Todo esto como transgresión pero, sobre todo, como denuncia ?en suma? de un estado de cosas delirante, aterrador. Instrumentado por fuerzas vivas, ciertas, que sobrevuelan en helicópteros, burlan al "tercer mundo", justifican muertes por precios más baratos de mercado, y esconden bases militares en Europa del Este. (Nada de esto como retórica vacía sino que, antes bien, el film lo refiere desde lo apenas dicho o, mejor, desde lo no dicho/lo no mostrado). Essential Killing adquiere una puesta en escena dual, repartida entre el calor primero y el frío de la nieve después. En el caso inicial, serán las grietas entre las rocas y sus cuevas el hábitat fugitivo, para dar luego paso a los pies ralentizados por la nieve, con trampas para animales.
En este pasaje climático la lengua cambia ?él sigue sin hablar? pero permanece un mismo clima de escape hacia ningún lado. Así como les pasaba a Robert Shaw y Malcolm McDowell en Figuras en un paisaje (1970), del gran Joseph Losey. O como le sucede al espectador, sometido a vivenciar la huida en tanto prófugo él también, de acuerdo con el proceder narrativo que el film profiere. Lo surreal aludido tendrá en las ensoñaciones místicas otro de sus aspectos, a través de visiones que dejan entrever un pasado, un legado, una misión, una promesa.
En este sentido, flashbacks y flashforwards retraen y adelantan lo que sucede. De una manera casi profética por poética. Frutos que alucinan, una herida que sangra, el manto celeste en la nieve, la mujer, Alá, el espejo, el reflejo, el caballo blanco. Y la sangre.
Todo blanco, pacífico, pero con sangre. Hermoso caballo blanco manchado de sangre. La visión y la realidad se miran desde un espejarse literal. En el primer caso, la mancha roja desde un costado. En el segundo, desde el otro costado. ¿Dónde comienza uno y dónde termina el otro? ¿Cuál de los dos lados es el más cierto? ¿Se trata del término de la huida o del término de la cacería?