“Hustlers” empieza en 2007, cuando la economía estadounidense está de buena racha, lo que se nota en el club de stripers donde trabajan las desnudistas interpretadas por Constance Wu y Jennifer Lopez, dos trabajadoras que disfrutan del modo en que los hombres de la Bolsa despilfarran sus dividendos. Pero, claro, llega la crisis de 2008, y la malaria arrasa con su local laboral. Ante la recesión, las protagonistas deciden ponerse creativas, aunque no en el mejor sentido de la palabra. Así es que pronto se dedican a esquilmar a sus clientes poniéndoles en sus tragos una mezcla de ketamina con otras drogas, una especie de burundanga que los deja medio inconscientes, y que les permite a ellas gastar sus tarjetas de crédito hasta el limite, seguras de que cuando despierten no recordarán en qué juerga malgastaron su dinero.
A medida que las chicas se vuelven más audaces e inescrupulosas, aumentan los riesgos y, como sucede en este tipo de historia moral, también llega el castigo para su crimen. Las buenas actuaciones y pulso narrativo ayudan a disfrutar de una historia inmoral y llena de imágenes sensuales, que trata de mantener la tesis de que todo Estados Unidos es un gran cabaret, visión un tanto elemental que no deja de aruinar del todo algunas de las escenas más entretenidas de esta sólida comedia dramática basada en hechos veridicos.