Una cruda verdad
Una excelente historia contada en 1990 por Giuseppe Tornatore, en una inolvidable versión protagonizada por Marcello Mastroianni en una interpretación memorable.
Está vez una adaptación mucho más americana del argumento donde Robert De Niro interpreta a un reciente viudo que vive solo y se encuentra jubilado.
Quién a la espera de las fiestas de cada año, su única ilusión es ser visitado por sus ocupados hijos dispersos por los EEUU. Que si bien ya son adultos, los recuerda como pequeñas criaturas e incluso les prepara cosas y objetos no acorde a la edad.
Cansado de esperar y en contra de su salud y los diagnósticos médicos, decide emprender un viaje e ir en busca de sus presencias y sorprenderlos en sus actividades cotidianas.
Pero para sorpresa de él, las aparentes perfectas vidas de sus hijos, no son tal como las imaginaba y poco a poco las celestes nubes dejan ver un oscuro cielo de verdad.
Con sólidas actuaciones tanto por parte de De Niro como por los integrantes de esta familia conformada por Sam Rockwell, Drew Barrymore y Kate Beckinsale, que van develando uno a uno su verdadero mundo.
El director Kirk Jones logra una atmosfera de nostalgia en todo momento y muestra durante la película una metáfora casi explícita, los cables de teléfonos al costado de la ruta o el tren, como gritando en silencio que en estas épocas de tanta comunicación, fuera eso lo que faltara realmente -Comunicación-.
Si bien la versión italiana tiene todo la carga emotiva y de fuerza de las familias de esa región que suelen ser mucho más estrechas que las americanas, esta historia es muy consistente y creíble. Y puede llegar a ser un golpe bajo para muchos, ya que es un padre que desea que lo visiten y no le mientan.
Las imágines y las interpretaciones van relatando el film como si fuera una triste canción, que minuto tras minuto va llegando al final. Un final, que seguro, feliz no será.