La película usa el gancho de reunir a un grupo de estrellas y tiene como eje central la llegada del Apocalipsis, mientras se celebra una fiesta en la casa del actor James Franco.
Hace poco se estrenó sin pena ni gloria la segunda parte de Son como niños, una película realmente mala en la que Adam Sandler aprovechó otra vez la idea de juntar un grupo de estrellas amigotas para hacer una comedia. También se mencionó que más allá de lo interesante que pueda resultar agrupar en un set a reconocidos actores, alguna propuesta mínima tiene que existir. Lo supo hacer bastante bien Ben Stiller en la recordada Una guerra de película, que combinó un súper elenco y además resultó divertida.
Este es el fin, que se estrenó el jueves en Córdoba, vuelve sobre esa iniciativa de llamar a varios comediantes y al final no es ni lo primero ni lo segundo. El producto terminado es una cinta aceptable, que quizá no tenga tanto atractivo para el gran público, sino para un porcentaje más acotado de espectadores que maneja ciertos nombres de la comedia americana reciente. El que más trabajos tiene en éxitos industriales (la saga de El hombre araña) es James Franco, y se suman Seth Rogen (quien además dirige), Jay Baruchel, Jonah Hill, Danny McBride y Craig Robinson. Todos encabezan un filme en el cual lo mejor no son ellos ni la historia que en las próximas líneas se va a resumir: acá lo más divertido son los increíbles cameos de otros actores que apenas participan unos segundos.
Allí se lo ve a Paul Rudd, Michael Cera, Emma Watson (sí, la Hermione de Harry Potter) y hasta aparece en un par de escenas la voz femenina más vendida del pop-soul de los últimos tiempos, Rihanna.
El apocalipsis. Las claves de la película, aparte de las caras, son el humor bizarro, los diálogos desopilantes y una trama que propone a todos los mencionados haciendo de sí mismos. Seth Rogen recibe a su amigo Jay Baruchel en Los Angeles, y lo invita a una fiesta en lo de James Franco, como si uno invitara a Josecito a la joda de Pepe. Allí se encuentran con todos los demás, mientras sucede un acontecimiento inesperado: nada menos que el Apocalipsis.
El que pretenda tomar en serio el planteo, podrá hablar de aquellos que se ríen de sí mismos o del hedonismo imperante en la vida de las estrellas del cine. De hecho, los segmentos de la fiesta, que abarcan poco menos de la primera mitad de la película, constituyen lo más disfrutable. Después, cuando comienza la destrucción y hay que vérselas con el cielo o el infierno, Este es el fin inicia un camino descendente.
Hay algunas partes realmente graciosas, basadas en la incomodidad que siente Jay Baruchel (encarnando una especie de antistar) de participar en un jolgorio organizado por James Franco, de quien dice que es inaguantable. Y en un momento, comienza el aporte escatológico que combina violencia cruda con chistes de tipos fumados. Casi con seguridad, Este es el fin saldrá más rápido que tarde de la cartelera, porque su público forma parte del universo de jóvenes que consume esta clase de comedia a través de las descargas vía Internet.