Una comedia destructiva
En la ficha técnica que acompaña esta crítica están los nombres de los actores. Y, en este caso, también los nombres de los personajes. En Este es el fin, Seth Rogen es Seth Rogen, Jonah Hill es Jonah Hill, James Franco es James Franco, y así con todos los otros casos. Y hay muchos más nombres de primera línea en papeles secundarios (fulgurante Michael Cera) y en cameos (habría que destacar uno en especial, pero anularíamos una buena sorpresa). Esta es una película de y sobre un grupo de comediantes actuada por un grupo de comediantes, una película de Hollywood sobre Hollywood. Y Hollywood sobre Hollywood ha dado grandes films: Sunset Boulevard, de Billy Wilder; Mulholland Drive, de David Lynch; Funny People, de Judd Apatow (también con Seth Rogen y Jonah Hill), entre otras.
Si Este es el fin no logra elevarse del todo a esas alturas es porque confía demasiado en los chistes basados en las carreras de los protagonistas. Y esos chistes pesan un poco más que otros en una oferta por otro lado abundante, variada, tremendamente ocurrente, con momentos altísimos, memorables (la conversación sobre Emma Watson que ella escucha, los considerandos sobre ser actor, todo lo de Michael Cera y mucho más).
Estos comediantes son parte fundamental del cine de los últimos años: los canadienses Rogen y Goldberg (los directores) son además los guionistas de Supercool (protagonizada por Jonah Hill y Michael Cera). James Franco ( 127 horas , Spring Breakers ) brilla acá como hacía tiempo que no lo hacía: utiliza esa pose egocéntrica que lo define y lo hace a su favor y sin límites (se cuenta que fue el único que durante el rodaje nunca dijo que no a ninguna propuesta cómica, por más salvaje que fuera). Y esta es una comedia salvaje, herética, escatológica, en la que el arte de la puteada es honrado con creatividad. Una película espinosa, de un humor bestial, un plato de los fuertes, una comedia apocalíptica y -en el sentido más elogioso posible-, destructiva.
Dos amigos (Rogen y Jay Baruchel) se reúnen para pasar unos días juntos, y van a una fiesta en la casa de Franco. En esa fiesta se desata lo que aparenta ser el apocalipsis (¿el Apocalipsis?). La casa entonces como refugio, como límite, como puesta en escena cómica de las dificultades de la convivencia obligada entre egos (cómicos) de Hollywood y con bases reales. Y que ponen en crisis la tan mentada comedia sobre la amistad-hermandad masculina: Este es el fin es una película con personajes que la mayoría del tiempo son poco amables, malignos, desagradables, escasamente solidarios, toda una demostración de que la comedia necesita más oscuridad que resplandores bucólicos. En Este es el fin se destruye todo, se rompe todo, las muertes se suceden y no hay tiempo para mucho más que no sea esperar el siguiente chiste, que casi con seguridad será muy bueno, muy bestial, muy ofensivo para algunos o inolvidable y enormemente efectivo para otros. No hay tantas comedias como ésta, en la que unos comediantes trabajan con esta libertad y esta dedicación y esta creatividad en el lado salvaje de un Hollywood cada vez más públicamente autoconsciente.