Género mayor
Resulta bastante desalentador que, a esta altura del partido y después de Supercool, de Hazme reír, de Piña Express, de Cómo sobrevivir a mi ex (¡ay, esos títulos locales!), de las filmografías de Adam McKay, Jody Hill y Todd Phillips y de otras tantas películas que suelen ir de lo muy bueno para arriba, una película como Este es el fin sea tratada por la crítica local como “un entretenimiento pasatista porque la comedia es un género menor y las películas que importan son las que se estrenan en el Arteplex” y otros lugares comunes que a los únicos que hacen quedar mal es a esos mismos críticos. Lo peor es que es muy probable que ni siquiera hayan visto la mayoría de las películas antes mencionadas (muchachos: vean películas, investiguen; de eso se trata el oficio). El desconocimiento casi absoluto ante una vertiente como la de la comedia americana actual, repleta de exponentes que aparecen año a año en formatos hogareños la mayoría de las veces y, cada tanto -y como en este caso, afortunadamente-, en cines, sumado al tan mentado “estado de la crítica” actual, da lugar a disparates como el siguiente, aparecido en el diario La Capital de Rosario y firmado por Luciana Boglioli: “Este es el fin suena a una película de acción o de comedia absurda. Pero lejos de ser un film inteligente, guionado y dirigido, resulta 120 minutos de una improvisación colmada de chistes malos y abuso de material obsceno y drogas duras”. Dirán: “no te gastes; ese texto es insalvable”. Pero no, hay que gastarse: es más bien preocupante que una crítica redactada de forma tan paupérrima (“un film inteligente, guionado y dirigido”), tan ignorante de aquello de lo que está hablando e incluso asquerosamente moralista (“abuso de material obsceno y drogas duras”, Dios me libre y me guarde) aparezca publicada en un diario e influya en el promedio del sitio Todas las críticas (aquí puede leerse completa). Pero así es, y así estamos; ejemplos como este hay montones todas las semanas.
Este es el fin parte de un disparate algo más entrañable que la cita de aquí arriba: en su primera película como directores, Rogen y Goldberg, dos muchachos de altísimo nivel judaico, imaginan un Apocalipsis que sigue muy de cerca al Apocalipsis cristiano que aparece en el Nuevo Testamento (diablos, estos religiosos y su abuso de mayúsculas solemnes). Y con ese punto de partida y preguntándose qué pasaría si Rogen y su grupo de amigos actores tuvieran que enfrentarse a ese evento de proporciones literalmente bíblicas, los dos directores-guionistas y su seleccionado de algunos de los mejores actores de hoy en día (si el mundo fuera un lugar justo, la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood miraría para este lado) logran una película generosa y llena de sorpresas. En las críticas locales de esta película leí repetidas veces el adjetivo “repetitivo”, y eso hace que me pregunte si esta gente realmente vio Este es el fin. Porque si hay algo que la película elude es la repetición. Rogen y Goldberg mantienen el espíritu lúdico-reventoniano que un film así merece, pero conocen el cine y sus mecanismos a la perfección, y es así como el relato triunfa en todos y cada uno de los géneros que transita con total comodidad, siempre en las dosis justas. Rogen y Goldberg tienen un sentido perfecto del timing cómico, claro que sí, pero también saben generar suspenso y tensión, saben asustar, saben coreografiar secuencias de acción, y no por tratarse de una comedia escatiman en efectos especiales: las criaturas del mismísimo infierno que aparecen en Este es el fin son estéticamente bellas y no los CGI’s olvidables a los que nos tiene demasiado acostumbrados el cine mainstream actual. Pero el hecho es que la sola mención del término “repetitivo” hace agua: la película avanza a pura aventura, pero mutando minuto a minuto, transitando todos los géneros a los que hice referencia antes y tal vez algunos más (hay mucho de coming of age aquí, si bien los personajes están al borde de los 30 o ya los pasaron hace tiempo). No descarto que la película pueda llegar a cansar por acumulación (de subtramas, de conflictos, de géneros y subgéneros, de capas), pero de ninguna manera es repetitiva.
Y sí, mientras un montón de críticos se refirieron a Este es el fin como un pasatiempo efímero indigno de un mayor análisis, yo menciono, en la última oración del párrafo anterior, que la película está llena de capas. Decir que Este es el fin es solamente “un chiste entre amigos”, y descartarla por ello, es ignorar, ya sea por pereza, por el hecho de ver películas en piloto automático o por comerse esa estupidez de “el género menor”, exactamente aquello que hace de Este es el fin una película realmente importante para el cine y para el mundo. Porque lo más interesante de una película como Este es el fin (y una constante en los guiones de Rogen-Goldberg y otros héroes de la comedia actual) es la manera en que rompe con todo tipo de prejuicios, de arquetipos y de estereotipos en cuanto al género (entendido aquí como gender y no como genre). Si la comedia juvenil siempre se caracterizó por lo desatado de su misoginia y su heteroseximo, aquí tenemos a quienes tal vez hayan sido los inventores de la “comedia bromántica” con Supercool descomponiendo totalmente cualquier lugar común de “lo masculino” habido y por haber. Y bromeando cada dos por tres con los misterios de la orientación sexual del artista todoterreno y comediante extraordinario James Franco, quien consiguió hacer del enigma sobre su sexualidad una instalación de arte en sí misma dirigiendo películas queer, realizando él mismo unas producciones de fotos de tabloides donde se lo ve chapando con tipos y haciendo de Kanye West (y Seth Rogen de Kim Kardashian) en una remake plano por plano de un video del rapper egocentrista.