Ricos y famosos
Michael Cera haciendo de Michael Cera es doblemente divertido. Seth Rogen recibiendo a Jay Baruchel con su nombre escrito con porros, adorable. Jonah Hill bobaliconeando, también. Craig Robinson dando grititos aterrados, es un placer. Y James Franco haciendo de sí mismo -esto es: ególatra- logra que se le quiera. En fin, que de lo que se trata es de una reunión de amigos, o de adolescentes tarados y tardíos.
En primera instancia, habría algo de irresponsabilidad o facilismo si se entiende tal propuesta de manera rápida, pero lo cierto es que la tontería que recubre a todos y cada uno de los intérpretes de Este es el fin da cuenta de una mezcla que toma elementos de: películas previas -con ellos mismos-, la bobería publicista que les acompaña, el rótulo de la (irregular) "nueva comedia americana", y la consecuente autoparodia. Por ejemplo: Chaning Tatum haciendo de Chaning Tatum... hay que verlo.
Por otra parte, nada más serio que saber qué es lo que se está (fílmicamente) haciendo. Y aún cuando en algún momento todo se vaya al cuerno apocalíptico, de lo que trata Este es el fin es de una adolescencia tardía que nada quiere más que su sinfín. Mayores, algo famosos, irresponsables, llenos de dinero, devotos de los video-games, de los livings con marihuana por montones, de las fiestas con drogas en despilfarro. Hedonistas e idiotas.
De todo esto, increíblemente, se desprende una lectura de época. Más allá de cuánto le preocupe a sus realizadores (Rogen y Evan Goldberg) este aspecto. Película, dado el caso, mucho más cerebral -y coherente y sin bajada de línea- que Proyecto X (2012), en donde los adolescentes terminan obedeciendo a sus papás. Acá se trata de jóvenes viejos y bobos, quienes si bien nada saben de desobedecer, habrán de llevar su nadería hasta las últimas consecuencias, aún cuando de ello dependa, ni más ni menos, que el ingreso o egreso celestial. Es que Dios, y el Diablo, andan dando vueltas por ahí.
Para que las apariciones divinas y malignas tengan cabida, nadie mejor que los maestros de F/X Berger y Nicotero. Que se les convoque significa también un diálogo con el cine de géneros, desde un cruce raro entre el humor estúpido y las apariciones más espectacularmente tórridas. Eso sí, luego de un fuera de campo prolongado que bien podría haber sido el anverso demente de El eternauta.
Sexo? Muchísimo y homosexual. Todo el tiempo. Sólo falta la materialización de los personajes fantaseados desde tantas películas. En verdad, algo de ello hay. Emma Watson aparece desencajada, a los hachazos. Pero nadie se le atreve. Mientras las alusiones a lo mucho que entre sí estos amigos -y no amigos- se quieren -y no se quieren- se prolongan hasta alcanzar momentos que son un verdadero clímax.
Es decir, un mundo de fantasías nerds. Léase lo predicho -visto el film en su fantástica totalidad- como mejor se quiera.