Mucho más que un juego de niños.
En este debut del director Papu Curotto coexisten dos películas, por un lado la que desarrolla la historia de amor entre Matías y Jerónimo, quienes se reencuentran tras varios años de ausencia en Paso de los Libres, y por otro un film sobre las amistades devenidas despertares sexuales, con diferencias de contextos y realidades.
Para quienes estén familiarizados con el cortometraje de 2014, Matías y Jerónimo, la premisa que gira en torno a la propuesta de Esteros toma como punto de partida aquella historia de verano entre amigos como un fuera de campo para avanzar en el tiempo y volver a los mismos personajes con los mismos juegos ya no inocentes, a los roces del pasado pero en otro tipo de escenario tanto a nivel familiar como social.
Matías llega al reencuentro con su amigo completamente adaptado a la vida de novio y a la dinámica de un país diferente como Brasil donde trabaja para una empresa en el desarrollo de un proyecto relacionado con la soja, algo que tiene ribetes comerciales más que científicos desde su rol de biólogo. Jerónimo en cambio se quedó en el lugar, se relacionó con el cine y los efectos especiales y parece no haber cambiado demasiado en cuanto a sus expectativas y defensa a ultranza de su libertad sexual e individual.
Sin embargo, luego de los recuerdos y anécdotas de aquella infancia en donde los sutiles juegos de amigos venían acompañados de otras intenciones y exploraciones, siempre en secreto, no tardan en llegar reclamos y reproches desde ambos aunque siempre en un clima de camaradería y tensión en constante aumento. Los terceros dentro de este acercamiento entre Matías y Jerónimo no representan un obstáculo en sí mismos, sino un reflejo distorsionado de aquello que ninguno de los dos está dispuesto a modificar sin el sacrificio requerido. En constante lucha entre el deseo y el deber, la balanza para Matías arrastra el mayor peso, dado que su presente se encuentra afuera y no adentro.
En el eterno dilema entre querer lo que no se tiene y tener lo que no se quiere transita Esteros, con sutileza en el tono elegido por su director pero con la idea de asumir desde la propuesta que se trata de una película que más allá de proponer una historia de amor entre dos hombres no escapa a los lugares comunes del cine gay, con sus conflictos y limitaciones en términos narrativos.
Las actuaciones de Ignacio Rogers y Esteban Masturini son el punto clave para que la historia funcione.