El sonido me hace libre
El documental de los hermanos Javier y Juan Zevallos se concentra en la labor musical de Matías, un joven recién salido de la cárcel.
Si no fuera porque lo explicita la síntesis argumental (accesible a todo aquel que se sumerja en la variedad del FIDBA), no todos los espectadores sabrían que Matías acaba de salir de la cárcel. No obstante, hay algunas claves para saberlo. Claves que, afortunadamente, los realizadores ofrecen de forma orgánica, casi “ambiental”, en virtud de que lo que en Estilo libre (2017) importa es el devenir del tiempo, la búsqueda creativa, el interés por iluminar desde el arte determinadas zonas de la libertad y la redención.
Freestyle rap es un término perteneciente a la jerga musical, un estilo que se apoya sobre la improvisación y la búsqueda de rimas. Para quienes están habituados al transporte público (subte y tren, sobre todo), el “estilo libre” es cada vez más reconocible dentro del ámbito urbano. Los realizadores se corren de ese centro al que comúnmente se lo asocia y hacen foco en la génesis de un disco. El ambiente elegido es Santa Clara del Mar, fuera de temporada, además de algunos momentos que transcurren en la cercana Mar del Plata. Matías pasa tiempo solo, en una casa frente al mar, recibe visitas de familiares, también de amigos. Se anima a improvisar en la rambla, se tatúa, pasa un tiempo con sus seres queridos. En ese ambiente cercano y coloquial se consolidan vínculos que ya parecen sólidos, y que en el tiempo y espacio retratados adquieren un matiz confesional, íntimo.
De forma inteligente, en este documental el trabajo sonoro tiene un espacio central pero casi nunca se parece a la música que Matías hace. La banda sonora oscila entre la gravedad y la melancolía, pero desde otro género. Se trata de un acompañamiento, casi un comentario sobre el cotidiano del joven, a tono con sus movimientos y la singularidad dada por un espacio turístico fuera de temporada. En concisos 62 minutos, Estilo libre concentra los sentimientos del músico no sólo en su quehacer artístico, sino también en las secuencias que lo retratan a tono con lo que lo rodea; la mortecina luz de la costa, las olas que se rompen, la alegría de un carrusel pensado para niños pero reconvertido en escenario amoroso.