El afiche de “!Esto es guerra¡” (“This means War”) es suficientemente explícito de lo que se va a ver, al presentar a Reese Witherspoon rodeada de un par de galanes. Lo que es menos claro es la elección de los dos actores que protagonizan el trío, al tratarse de figuras poco conocidas dentro de la cinematografía “hollywoodense”.
Uno de ellos, cuyo personaje lleva el ridículo nombre de FDR, es Chris Pine, a quien algunos adictos a la ciencia ficción reconocerán de “Star Trek: el futuro comienza” del valorizado J.J. Abrams. El otro, Tuck en este film, es el inglés Tom Hardy quien estuvo en otro capítulo anterior de Star Trek (“Nemesis”), no estrenado por estas latitudes. También se lo vio más recientemente en “El topo”, además de “El origen”.
Esta opaca comedia parte de un primer pecado capital que es contar con un guión que necesitó de tres (!) personas para su concepción. El producto resultante es absolutamente previsible y la pobreza del libro cinematográfico permite excusar, en parte, a los actores.
Tanto FDR como Tuck son amigos y compañeros de trabajo en la CIA. Una fallida primera acción de ambos en una fastuosa fiesta en Hong Kong los condena a permanecer sancionados en sus escritorios contiguos. En sus ratos de ocio, en un caso por Internet y en otro vía un videoclub, conocen a una chica que fruto del “destacado” guión es la misma, se llama Lauren y obviamente la interpreta la rubia protagonista.
La indecisa Lauren sale con ambos, asesorada por Trish, su mejor amiga, cuya “sabiduría” le permite por ejemplo expresar el siguiente consejo: “No elijas al mejor hombre, sino a aquel que te haga la mejor mujer”. La actriz que la interpreta es, la desconocida en cine, Chelsea Handler pero con vasta carrera en la televisión, de donde nunca debió salir. Su personaje es vulgar con frecuentes referencias primarias al sexo, que también hacen el resto de las figuras. Hasta la propia Witherspoon en algún momento le dice textualmente a su amiga que le “sudan los senos”.
Siendo ambos pretendientes miembros de la CIA utilizarán, sobre todo una vez que descubran que la presa es la misma, los medios tecnológicos de que dispone la agencia. Cámaras ocultas, micrófonos escondidos y otros “gagdets” así como la colaboración de varios compañeros les permitirán saber que pasa cuando no están respectivamente con ella. E incluso molestar al otro, de allí el título del film. En paralelo habrá otra escena de acción, donde reaparecerá el malvado Heinrich en encorsetada composición del alemán Til Schweiger (“Bastardos sin gloria”).
Es costumbre de este cronista no develar el final, pero en este caso la mencionada previsibilidad haría casi innecesaria dicha prevención. Por un lado, es obvio que los “buenos” vencerán. Por otra parte, el triángulo deberá tener alguna resolución y cualquiera fuera la misma: a) Lauren se queda con uno de los dos, b) abandona a ambos o c) sigue con ambos, daría exactamente lo mismo ya que desde el inicio la situación no resulta creíble para el espectador.
Entre lo muy poco rescatable se destaca la música con temas populares como “We so horny!” y “My Heart will go on” de Céline Dion, ya usada en “Titanic”, película de la cual se ve alguna imagen al pertenecer a la misma empresa que produjo este olvidable engendro. Del director McG, sólo cabe recordar que sus títulos anteriores incluyen a “Los ángeles Charlie” y se secuela además de una enésima “Terminador: la salvación”.