Ex realizador de videoclips, McG logró instalarse en Hollywood gracias a sus dos películas de la serie Los Ángeles de Charlie, que tenían el mérito de la comedia alocada y la acción disparatada. Eran films desprejuiciados y libres. Después hizo la cuarta, fallida entrega de la serie Terminator (y la terminó, de paso) y se notó que, puesto a contar un cuento “serio”, algo fallaba: lo mejor seguían siendo los dibujos de acción de las explosiones y peleas. Con este nuevo film parece buscar un equilibrio: dos super agentes de la CIA se enamoran de la misma mujer y pelean con todas (todas) las armas a mano para conesguirla. Es decir, comedia romántica desaforada más acción igualmente fuera de riel. Y el resultado es decepcionante: las “invenciones” de acción dejaron de serlo y solo nos interesan en la medida en que sintamos algún tipo de empatía por los personajes (como sucedía con Los Ángeles..., donde lo que primaba era la capacidad cómica de Drew Barrymore and co.). Pero los personajes, con la probable pero no segura excepción de Reese Witherspoon, se vuelven muñecos del juego gráfico más que personas con un problema a resolver. Así, todo queda a mitad de camino, y la declaración del título (“This means war”, una frase célebre de Bugs Bunny), que promete la locura de un dibujo animado, queda disuelta en las fórmulas más repetidas. No aburre, pero se olvida.