El síndrome de la manta corta
Las comedias románticas con acción ya son un subgénero un poco demodé dentro del cine mainstream de Hollywood, y sin embargo desde hace un par de años se ha regurgitado la idea de manera más bien insistente para los resultados obtenidos. De hecho, casi no hubo de entre las supuestas reinas de la comedia hollywoodense que bordean los 30 y 40 años ninguna que no lo haya intentado: Jennifer Aniston (El cazarecompensas), Katherine Heigl (Asesinos con estilo), Cameron Díaz (Encuentro explosivo) y siguen las firmas. Obviamente, cada una tiene a su lado al galancito de turno: Gerard Butler, Ashton Kutcher, Tom Cruise. Una que había faltado a la cita era Reese Witherspoon, y ahora le llegó el turno en ¡Esto es guerra!, aunque con un detalle: como a sabiendas de que el desgaste dentro del subgénero es bastante, la Witherspoon no viene con un novio entre tiros y explosiones, sino que viene con dos: Chris Pine y Tom Hardy. Y si a los dos novios a los tiros le sumamos que la película está dirigida por el pirotécnico McG, podríamos esperar un producto hiperbólico. Lamento decepcionarlos: nada más lejos de la locura y la diversión, más allá de algunos momentos inspirados, que los tiene.
Una mina común que se dedica al testeo de productos, y bastante desdichada en el amor, se involucra sentimentalmente con dos agentes de la CIA, con tanta puntería esta vez que los termina seduciendo y saliendo con ambos: la idea que motoriza la trama es que ella desconoce la amistad entre ambos sujetos. Si decimos que uno de los agentes pone una foto suya en unos de esos sitios que hay en Internet para encontrar pareja, ya nos podemos imaginar que si hay algo que no se debe tener en cuenta en ¡Esto es guerra! es la búsqueda de un mínimo de rigor. Aquí, los mecanismos de máxima seguridad de la CIA son utilizados para que cada uno de los espías vigile entre las sombras a su contrincante mientras intenta ganarse a la chica en cuestión, en un apunte divertido por momentos pero algo macabro por el otro: ¿puede ser divertido que dos espías ingresen a la casa de una mina y le pongan cámaras ocultas y micrófonos para espiarla? Bien, además de suspender la exigencia de rigor también deberíamos dejar en la puerta del cine cierta mirada ética.
Claro está que ¡Esto es guerra! no es un film político, y por más que intente reflexionar sobre las boludeces que dos tipos pueden hacer por una chica o sobre cómo una mujer atraviesa el conflicto de salir con dos tipos, nada es demasiado lúcido en este film de McG. Incluso, sorprende que para aquello que el director es más o menos talentoso, las escenas de acción, las pocas que hay son bastante chatas e irrelevantes. Por el contrario, ¡Esto es guerra! funciona mejor en sus partes de comedia, en los enredos y en el juego de envidias entre los personajes de Hardy y Pine. No de gusto uno de sus guionistas es Timothy Dowling, quien ha demostrado cierta capacidad para jugar con estos asuntos de las relaciones entre personas en dos comedias atractivas como Role models o Una esposa de mentira. También es cierto, que funciona mejor la pareja Pine-Witherspoon que Hardy-Witherspoon porque definitivamente el próximo Bane de El caballero de la noche asciende carece de cualquier tipo de timing humorístico.
Las comedias románticas con acción sufren el conflicto de la manta corta: si te tapás los pies, se te destapa la cabeza. De los ejemplos brindados anteriormente sólo Encuentro explosivo acertaba en el tono, primero porque contaba con dos figuras con una química absoluta y con un actor como Tom Cruise, pura energía y demencia, las cuales se aplicaban a la narración. Pero, además, la trama de acción se imbricaba acertadamente con el conflicto entre los dos protagonistas, obligándolos a escapar siempre para adelante, en una historia que iba aportando sus datos progresiva e inteligentemente. ¡Esto es guerra! nunca es graciosa cuando tiene acción y el romance es bastante soso, por no hablar de sus resoluciones ultra conservadoras. Así, la película termina siendo una sumatoria de capas que nunca logran un conjunto, y la promesa de desborde pirotécnico por la presencia de McG se queda en pólvora mojada. Un ejemplo final: Lauren (Witherspoon) y FDR (Pine) tienen un diálogo bastante divertido sobre el cine de Hitchcock. Pero la referencia no pasa de ser cita museológica. En Encuentro explosivo, la presencia del director británico es esencial y se imbrica con el espíritu de una película terriblemente divertida en la que Cruise, Díaz y James Mangold le rinden buen tributo. Si algo tiene de bueno ¡Esto es guerra! es que hace que uno se acuerde de aquella película. Si la encuentra en el cable, no la deja pasar. A ¡Esto es guerra! la puede olvidar inmediatamente.