Exhibida en nuestro país en el marco de la 14º edición del BAFICI, This is Not A Film, del director iraní Jafar Panahi, es una declaración de amor al cine, un manifiesto político cinematográfico contundente, y un disparador creativo contra la censura.
Si bien las circunstancias en las que fue concebido el film son de público conocimiento, no dejan de resultar extraordinarias: el director de los films El círculo y El globo blanco, y uno de los líderes de la oposición al régimen iraní, había recibido una condena a seis años de prisión domiciliaria y veinte años de prohibición de filmar (además de no poder salir del país, ejercer actividad política, etc.). A pesar de esto, con astucia y creatividad, este documental llegó al Festival de Cannes de 2011 vía un intermediario, en un pendrive oculto en un pastel.
Mientras espera el veredicto del tribunal de apelación recluido en su departamento, el director se propone contar en primera persona la situación por la que está atravesando, a la vez que realiza un manifiesto. Para ello, recurre a su amigo Mojtaba Mirtahmasb, quien lo asiste con una cámara profesional HD, pero también utiliza su iPhone. Así, registra su experiencia cotidiana; la espera, entre llamados telefónicos a su abogada, tareas diversas (como el cuidado de una iguana), los contactos con sus amigos y colegas, y la posibilidad de imaginar proyectos futuros.
El director se plantea cómo es posible filmar sin hacer una película, sin quebrantar la ley. Y para ello las imagina, las visualiza, y realiza la puesta en escena de un posible film, todo capturado por la cámara de Mirtahmasb. A Panahi las historias se le hacen cuerpo y, en su encierro, se le escapan libremente, asumiendo un gesto de resistencia.
Sin necesidad de apelar a golpes bajos, sin demostraciones de animosidad, el director entrega este íntimo film como acto de valentía, como apuesta a la libertad de la creación artística, reforzada con una secuencia final soberbia.
Esto no es una película no es una película, sino muchas. Entre sus diversas capas, encontramos un documental personal que es una declaración de principios, que fluye, que cuestiona. El arte como liberador, el cine como manifiesto político. Con gran sensibilidad y lucidez, y sin romper las prohibiciones impuestas, Panahi responde a la censura, ahí, en las grietas.