Egolatría encerrada
Condenado a seis años de prisión y a veinte años sin poder realizar cine ni salir de su país, Jafar Panahi se las arregla en Este no es un film para construir una narración cinematográfico a partir de esta especial situación que atraviesa en su vida. Sin embargo, el relato adquiere algunas cierto carácter cuestionable cuando se demuestra un mero ejercicio que alimenta su ego.
Acerca de la condena decretada por su tarea como cineasta, no hay para nosotros motivo suficiente para tal castigo a una persona por expresar sus ideas. Panahi hace en esta película que no lo es -al menos según su título- un relato sobre esa condena, sobre la historia que pretendía filmar y no fue, y un relato sobre lo que no se puede decir en el cine iraní, a partir de sus propias escenas.
Más allá de lo condenable del castigo, el tono de la película de Panahí es meramente autocelebratorio y no abre ninguna puerta a la reflexión, ni a la crítica, ni al contexto. Es un registro ególatra y confuso, que poco aporta al cine y a la difusión de la situación interna de Irán y al ejercicio de la libertad de expresión en ese país.