Hacer cine entre cuatro paredes
Jafar Panahi, director iraní con prisión domiciliaria, y su colega Mojtaba Mirtahmasb llevan adelante este proyecto experimental y documental que muestra al cineasta intentando pensar la posibilidad de hacer cine desde el encierro.
El director Jafar Panahi sigue cumpliendo la condena impuesta por la teocracia iraní: encerrado en su casa y sin posibilidad de salir a la calle y seguir haciendo cine, el realizador recurrió a la tecnología valiéndose de un pendrive y desde allí mostrar esta película que recorrió festivales internacionales y provocó el repudio de la familia cinematográfica del mundo al gobierno de su país. Aclaradas estas cuestiones, de público conocimiento, con un poco de atraso se exhibe Esto no es un film, película con bastante de monólogo y catarsis simbólica del mismo Panahi registrada por su colega Mirtahmasb.
Jafar Panahi es el director de El espejo, Offside y El círculo, cálidos relatos sobre la infancia y la adolescencia que se oponen a la mayoría de las historias adultas del gran Abbas Kiarostami; pero Esto no es un film, debido a sus condiciones de producción. apunta a otro lado. Ver al director encerrado en su casa, hablando al teléfono y relatando un guión, hipótesis de una supuesta futura película, ya de por sí, manifiestan una particular construcción del espacio cinematográfico. Un espacio que deja entrever el fuera de campo –sonidos de sirenas, ruidos extraños– que vigila y controla al acusado por el régimen, pero que también permite sospechar cierta incomodidad externa que nunca se observa con detenimiento. Un espacio que el mismo director elabora en sus reflexiones sobre el cine, mostrando escenas de sus otras películas, opinando sobre ellas en una transparente comparación con su situación de preso de entrecasa. Un espacio lentificado y necesario, donde además de la mínima presencia de su colega-cámara, adquiere una semejanza por medio de la aparición de una iguana, temible por sus uñas pero cariñosa y bella debido a su caminar en ralentí. Así transcurre la breve duración de Esto no es un film, una proeza única, una película ombliguista de matices políticos, una sutil reflexión del cine y sus posibilidades frente a circunstancias límite. Mientras tanto, cerca del final, la calle parece a punto de estallar por medio de decenas de lenguas de fuego. Pero eso no se ve con claridad, el fuera de campo es el que está prohibido.