La plaza, el desencanto, la pesquisa
Felices Pascuas y la casa está en orden, frases que trazan un puente entre la memoria y las historias personales. Igual que aquella “los argentinos somos derechos y humanos” o “los únicos privilegiados son los niños”. Ninguna de ellas hoy suena a indiferencia, pero detrás de cada una seguramente hubo muchas historias, personajes y secretos jamás revelados.
Rebelar ante el olvido es en principio no escuchar su silencio y allí va una vez más en su rol de documentalista, detective y cineasta con todas las letras Sergio Wolf. Va entre voces en el silencio; va con el ensordecedor malestar de aquella Semana Santa de 1986, que puso en vilo al país y que tomó por sorpresa a todo el gobierno democrático liderado por el estadista Raúl Alfonsín, tras la efervescencia del juicio a la Juntas Militares y el Nunca Más, pero también en un momento de crisis que auguraba una ley de Obediencia Debida resistida por amplios sectores de la sociedad.
Cuatro días de enorme incertidumbre, de alianzas extrañas y un clamor que pudo más que los gritos de las armas. El director de Yo no se que me han hecho tus ojos recupera con el rigor de siempre el poco material de archivo sobreviviente a tanta desidia y hace todas las preguntas para llenar los vacíos.
Ni policía bueno ni policía malo, allí el testimonio de Aldo Rico y sus compañeros de trasnoche valen lo mismo que el de Leopoldo Moreau, José Ignacio López u Horacio Jaunarena para en definitiva interpelar a uno de los grandes ausentes: el padre de la democracia, como esos hijos que no idealizan a la figura paterna pero que con el crecimiento y la vida alrededor empiezan a comprender un poco más a sus mayores.