La presencia en Buenos Aires de gran cantidad de senegaleses en los últimos años es un fenómeno que el cine nacional todavía no había reflejado. Y esta película llega para echar cierta luz sobre el tema. A partir de seguir a dos inmigrantes de ese país que están en Argentina y viven distintas experiencias aquí, la película permite dar a conocer no sólo el fenómeno de la presencia senegalesa —que parece estar ligada a inmigrantes de una ciudad específica de aquel país, adonde viajan los realizadores siguiendo a los protagonistas— sino las particulares experiencias que ellos viven aquí y su forma de relacionarse con la Argentina.
Uno de ellos se ha integrado más, planea casarse con una argentina, tiene un trabajo ayudando como traductor a otros inmigrantes a establecerse y, si bien extraña a sus familiares, parece decidido a permanecer en el país. El otro, en cambio, no termina de sentirse a gusto en Buenos Aires (“no es tan linda como la gente cree allá”) y planea seguir viajando, probablemente a Brasil.
Las experiencias de estos y otros senegaleses en la ciudad permite dar a conocer ciertos hábitos culturales y religiosos, las relaciones que tienen con sus familias allí (a quienes envían dinero todo el tiempo y visitan cada varios años) y, especialmente, cómo ellos mismos atraviesan y analizan esas distintas experiencias. Los cineastas irán a Senegal y experimentarán cómo es la vida allí dejando casi siempre que los temas surjan a través de los propios diálogos entre los protagonistas y no en entrevistas tradicionales. La imagen de la dupla de amigos senegaleses (uno vestido con la camiseta de Ginóbili de los Spurs) caminando por la ciudad y hablando cruda y honestamente de sus experiencias locales –que incluye su buena dosis de racismo– será la que seguramente todo el mundo se llevará de esta amable pero a la vez reveladora película.