“Retrato de dos jóvenes senegaleses en Buenos Aires” es una síntesis correcta del documental que Juan Manuel Bramuglia y Esteban Tabacznik filmaron entre 2014 y 2017 en nuestra ciudad y en Senegal. Sin embargo, Estoy acá – Mangui fi ofrece bastante más que una semblanza de Ababacar y Mbaye. Por lo pronto, una aproximación a los muchachos africanos que prueban suerte en la Argentina, un tributo a la amistad entre compatriotas en tierra extranjera, postales de una Reina del Plata reacia a esta nueva ola migratoria.
Como bien sugiere el título del largometraje, los realizadores exponen el aquí y ahora de Ababacar y Mbaye. El adverbio de lugar remite a dos países y el adverbio de tiempo, a un presente severamente afectado por la incertidumbre que provoca el futuro. De esta manera, la afirmación “Estoy acá” –ya sea en Argentina o en Senegal– prevalece sobre la costumbre de (auto)definir(se) a partir del verbo Ser.
Bramuglia y Tabacznik encontraron en sus protagonistas dos prototipos de migrante: aquél que aprende a sentirse cómodo en el país extranjero y que vislumbra la posibilidad de radicarse, y aquél que sufre el destierro, no consigue adaptarse y proyecta un regreso definitivo a su patria. La dupla autoral aborda este contraste desde las perspectivas de Ababacar y Mbaye, a partir de conversaciones que mantienen mientras caminan por Buenos Aires.
Estos registros constituyen la parte más rica del documental, no sólo porque permiten conocer mejor a los jóvenes retratados, sino porque ofrecen muestras interesantísimas del fenómeno de asimilación que se produce más allá de consideraciones personales. Por ejemplo, el uso compulsivo de la expresión Tomátelas en medio de pronunciamientos hechos en idioma wólof.
El documental exhibe otros materiales además de estas instancias de diálogo íntimo. De hecho, los realizadores entrevistaron formalmente a los protagonistas y, cámara en mano, los acompañaron en su rutina diaria (acá y allá) y en reuniones con amigos (acá) y con amigos y familiares (allá). Sin dudas, Bramuglia y Tabacznik sientan un precedente a la hora de retratar a los esbeltos senegaleses con un pie en la Argentina y otro en suelo patrio.
Tres siglos nos separan de las Cartas persas que el Barón de Montesquieu publicó en Amsterdam, y sin embargo algunos espectadores recordamos aquella novela epistolar cuando en el transcurso de la película asistimos al intercambio de anécdotas y reflexiones sobre la idiosincrasia porteña. Desde este punto de vista, los testimonios de Ababacar y Mbaye revelan tanto de los argentinos como revelaron de los franceses las impresiones que el filósofo y jurista parisino puso en boca de los ficticios Rica y Usbek.
Aunque no es el objetivo principal de su ópera prima, Bramuglia y Tabacznik también despliegan la mirada extranjera para poner en evidencia taras nacionales. “Allá no tenés agua y venís a malgastarla acá” repite Mbaye lo que le espetó una vecina, y con este testimonio señala el espíritu xenófobo que vaga vivito y coleando por los barrios de nuestra ciudad.