Los superhéroes notoriamente longevos de Chloé Zhao
La película número veintiséis de Marvel empieza con diez superhéroes inhumanos en pleno territorio Power Ranger.
Entre 2008 y 2012 Marvel demoró cuatro años en lanzar cinco películas para reunir seis superhéroes en un clímax satisfactorio. Unos más interesantes que otros, pero cada quien con una relación aunque sea tenue con la realidad. Iron Man traficaba armas en Medio Oriente. El Capitán América era una reliquia propagandística propia de su época. Incluso Thor, dios del trueno, parecía relativamente plausible por la mundanidad que lo rodeaba y la fascinación con la que era recibido.
Eternals (2021), la película número veintiséis, empieza en cambio con diez superhéroes inhumanos y la sensación de estar mirando algo por la mitad. La relación con la realidad se ha perdido y nos encontramos en pleno territorio Power Ranger. Las pretensiones dramáticas de estas películas nunca habían chocado tanto con el nivel infantil de su historia. A esta altura el universo cinematográfico de Marvel ya no tiene verosímil que lo valide. Ha sido estirado en tantas direcciones por tantos géneros que en la trama vale todo pero no importa nada.
Abundan las explicaciones largas, torpes y repetitivas. Algunas tan densas que cobran forma de hologramas de colores con la esterilidad clínica de un show de luces y sonido en Epcot Center, como para no aburrir en el fondo. Asimismo arrancamos con algunos párrafos introduciendo a tres razas extraterrestres y el primero de varios soliloquios en explicar qué es lo que estamos viendo. Son 156 minutos llevados a pésimo ritmo, con una historia que alterna constantemente entre pasado y presente sin ganar nada en el intercambio.
Todos vienen del espacio: guerreros (Eternos) enviados al planeta por dioses (Celestiales) para pelear contra monstruos (Desviantes). Los Eternos no sólo protegen la Tierra desde que arribaron en Mesopotamia en el año 5000 a.C. sino que también dirigen el progreso de la humanidad según un guión predeterminado (quitándole a la vez todo mérito a la raza humana). Dentro de este triángulo bélico la humanidad es incidental, y la Tierra es un mero escenario para una disputa intergaláctica como tantas otras.
Los Eternos son una mezcla entre Power Rangers y Planetarios, cada uno trajeado con su color y distinguido por un poder en particular, aunque entre los diez no hay uno solo que tenga uno original. Los Desviantes son a su vez indistinguibles de los varios monstruos descartables que han atacado la Tierra en estas películas. ¿Van cuántas invasiones extraterrestres? ¿Cuántas sociedades secretas y cuántas ligas de superhéroes? Cuando los Desviantes reaparecen luego de cientos de años en la actualidad, los Eternos tienen que recorrer el mundo para juntar a la banda de nuevo.
La acción es lo de menos en Eternals, sin la gracia o la espontaneidad de algo como Shang Chi (2021). Más diversión trae la introducción paulatina de su decena de superhéroes a medida que se van reuniendo en el tiempo presente y sumando conflictos interpersonales a la trama, que carece de tensión y necesita urgente algún elemento humano. Se destacan Sersi (Gemma Chan) e Ikaris (Richard Madden), despechados por la memoria de su romance; Thena (Angelina Jolie), cuya propia memoria de miles de años vividos amenaza con volverla loca y Kingo (Kumail Nanjiani), el relevo cómico y hedonista del grupo que compone su propia dinastía de playboys.
La oscarizada Chloé Zhao dirige la obra más banal, ampulosa y pretenciosa en rellenar el expansivo catálogo de Marvel, cada vez más parecido al fondo de un barril. ¿Pero qué es dirigir una película que se arma mayormente en la cadena de montaje y mucho antes de fichar un director? La directora de Nomadland (2020) se hace cargo de uno de los proyectos menos convencionales del estudio con resultados decepcionantemente convencionales.